A través de varias notas, deseo contarles nuestra experiencia de excavar el subsuelo de este lugar santo, la Catedral de Santiago. Esta actividad forma parte de un proyecto FONDECYT y del MNHN y cuyos investigadores son Claudia Prado, Gonzalo Sotomayor y Rubén Stehberg. Cuenta con la autorización del Consejo de Monumentos Nacionales.

Nuestro interés era conseguir más información sobre las actividades que realizó el Tawantinsuyu (estado Inca), hace casi cinco siglos, en el centro de Santiago.

La primera tarea fue conseguir permiso para realizar este trabajo. Esto se logró a través de una carta formal enviada por el Director del museo, Claudio Gómez al Dean de la Catedral, Juan de la Cruz Suárez. Ayudó mucho que antes de nosotros, otros arqueólogos y arqueólogas habían trabajado allí. Una vez aceptada nuestra solicitud, se nos informó que el lugar disponible era el patio Los Naranjos, conjunto a la Sacristía y que la única limitación era que si aparecían osamentas humanas debíamos detener las excavaciones ya que antiguamente las personas se enterraban dentro y fuera de la iglesia.

En este caso no se pudo elegir donde excavar, ya que era el único lugar disponible. Eso restringió bastante las probabilidades de encontrar algo. De haber podido, habríamos elegido excavar junto a la Plaza de Armas, lugar donde estuvieron las primeras cuatro iglesias construidas o, en las proximidades de la Cripta de los Obispos de la actual Catedral, en cuyo subsuelo se ha encontrado alfarería muy fina de origen diaguita-incaico.

El patio Los Naranjos está conjunto a la Catedral. Este lugar está embaldosado, a excepción de una jardinera larga y angosta que la recorre en sentido E-W. A fin de provocar el menor daño al pavimento se decide excavar tres calicatas de 1m x 1m en sus extremos y en un lugar intermedio. Se las denomina Cuadrícula 1, 2 y 4, alcanzándose una profundidad de entre 2,20 m y 3.20 m, respectivamente: ¿Aparecieron restos óseos humanos? De esto y otros hallazgos hablaremos en la siguiente nota...