Buscando moscas antárticas
Durante febrero de este año tuve la oportunidad de viajar a la Antártica, junto a un grupo de alumnos y sus profesores, formando parte de la "Expedición Antártica Escolar" organizada por el Instituto Antártico Chileno, INACH. Las actividades en el continente blanco se desarrollaron por cinco días e incluyeron salidas a terreno, visitas protocolares a las bases chilenas y extranjeras, y charlas científicas con los investigadores apostados en la Base Profesor Julio Escudero, ubicada en la Isla Rey Jorge. Destaco de la experiencia, el ambiente de colaboración y camaradería, aspectos que caracterizan la convivencia en tan desolado lugar.
A pesar de las cambiantes condiciones meteorológicas de la Antártica, me fue posible salir de la base por un breve lapso, tiempo que aproveché para ir en la búsqueda de insectos y otros artrópodos terrestres, que sobreviven en ese gélido hábitat. Hay que recordar, que la Antártica es el continente más inhóspito del planeta. Ubicado al sur de los 60° de latitud S, presenta condiciones extremas, que dificultan el desarrollo de las formas de vida terrestres. Es el continente más frío de todos y el más ventoso. A esto se suman los altos niveles de radiación ultravioleta (UV) que alcanzan su superficie. La vegetación está restringida a pequeñas áreas sin hielo, y está representada por algas, musgos y líquenes, y un par de plantas con flores.
En cuanto a la fauna terrestre, es posible encontrar invertebrados, como nematodos, tardígrados, rotíferos y microartrópodos, incluidos una gran variedad de ácaros, colémbolos y algunas especies de insectos, que pueden tolerar las bajas temperaturas. En este último grupo, destacan dos especies de moscas (orden Diptera), Belgica antarctica Jacobs y Parochlus steinenii (Gerke), ambas de la familia Chironomidae.
En un principio, mi intención era encontrar Belgica antarctica, una mosca incapaz de volar por presentar alas rudimentarias (condición braquíptera). Las larvas de esta mosca viven en los microhábitats formados por las rocas y el hielo, alimentándose de residuos orgánicos. Tienen una gran capacidad para resistir el frío y la desecación, y les toma dos años completar su ciclo biológico.
Para cumplir con mi propósito, me dirigí a pie por el camino hacia la base China "Gran Muralla", siguiendo un riachuelo formado por los deshielos. Al borde del agua, entre las piedras y el musgo, encontré muchas moscas, pero éstas tenían sus alas bien desarrolladas y correspondían a la especie Parochlus steinenii.
Al igual que B. antarctica, los adultos de P. steinenii son activos sólo durante el verano. Es posible encontrarlos entre las piedras y musgos cercanos al agua, donde pasan la mayor parte del tiempo. Sin embargo, durante los días calmos, pueden formar grandes masas de individuos voladores. Las larvas de P. steinenii son acuáticas y viven asociadas a los sedimentos del fondo de lagos y riachuelos. De esta especie también encontré numerosos exuvios pupales pegados a las piedras.
Con el cielo despejado y un sol radiante, continué la infructuosa búsqueda de B. antarctica durante una hora, hasta que la proximidad de una tormenta de nieve me obligó a regresar a la base. Así es, la Antártica es impredecible. Es de esperar que un futuro viaje me dé la oportunidad de conocer y fotografiar tan extraña mosca.