Los efectos de las «bromas»
Como "bromas" son conocidos algunos moluscos bivalvos entre los que se cuentan los del género Bankia y Teredo. Se caracterizan por ser perforadores de madera y responsables en la antigüedad de grandes naufragios, cuando los cascos de los barcos eran principalmente hechos de madera. Estos pequeños moluscos viven en comunidades muy numerosas y según estudios, fueron en parte los responsables del colapso del puente del puente Caipulli, que unía la localidad del mismo nombre con la Ruta 5 Sur al norte de Ancud, el año pasado.
El término broma fue acuñado en España, tal vez en forma sarcástica para referirse al molusco bivalvo cuyo nombre científico es Teredo navalis. Este animalito tiene el aspecto de un gusano y su cabeza está protegida por una concha de pequeño tamaño adaptada para perforar, con la que taladra maderas sumergidas. Fue descrito por Linnaeus, 1758, pero de él se tenía conocimiento desde muchos años antes, ya que había sido el responsable del hundimiento de miles de barcos y el destrozo de valiosa infraestructura cercana al mar como puentes, muelles y otros, lo que ha representado enormes pérdidas, tanto económicas, y más trágico aún, en vidas humanas. Existe un antecedente que ya en el año 1556 pudo surgir la primera patente de un sistema para luchar contra la terrible "broma".
Cristóbal Colón relata en su diario que en su cuarto viaje, en 1542, sus barcos fueron comidos por la "broma" y lo relata de la siguiente manera: "Más acribillados que un panal de abejas. Con tres bombas, ollas y hervidores, y con todas las manos trabajando, no podían contener el agua que venía en la nave, y no había otro remedio para el caos que había causado el gusano".
En Chile estos bivalvos perforadores están representados por: Lyrodus pedicellatus (Quatrefages, 1849) y Bankia martensi (Stempell, 1830), siendo esta última la que más daño causa en nuestro territorio.