Opiliones de Chile, a propósito de una colecta en Osorno
Durante la última semana de septiembre, mientras participábamos de un curso de morfometría geométrica en la Universidad de Los Lagos, Osorno, y aprovechando las horas de la tarde/noche, cuando no estábamos en clases, nos dedicamos a realizar algunas colectas de material de un interesante grupo de invertebrados que en los últimos meses ha despertado nuestro interés: los opiliones. Estas colectas, que pasarán a formar parte de las colecciones del MNHN, nos dieron la oportunidad para obtener algunas fotografías y reflexionar acerca de un grupo pocas veces considerado. En esta nota, les presentaré algunas características generales de estos arácnidos, incluyendo comentarios sobre la opiliofauna chilena, de acuerdo a lo que hemos ido aprendiendo en la medida que progresan nuestros estudios de la literatura sobre opiliones del país.
Si consideramos el número de especies descritas, los opiliones constituyen el tercer orden de la clase Arachnida, con más de 6500 especies distribuidas en todo el mundo (1). A pesar de que su aspecto general parece superficialmente similar a las arañas (orden Araneae), los opiliones no están directamente emparentados con ellas y una observación cuidadosa, permitirá encontrar importantes diferencias entre ambos grupos. Los opiliones se caracterizan por presentar un cuerpo compacto, donde el tórax y el abdomen están fusionados, sin formar la típica cintura presente en las arañas. En la mayor parte de las especies, el cefalotórax –la fusión de la cabeza y el tórax– forma un caparazón rígido y muy endurecido, que porta un promontorio llamado oculario, donde se ubican un par de ojos sencillos. Además, los opiliones presentan los quelíceros con forma de pinza, algo que asemeja más a los escorpiones que a las arañas, y son los únicos arácnidos provistos de glándulas productoras de sustancias olorosas en el prosoma (mitad anterior del cefalotórax), que utilizan para defensa (2).
Los opiliones se dividen en cuatro grupos, cada uno considerado como un suborden independiente. El suborden más primitivo es Cyphophthalmi, que reúne especies pequeñas y similares a ácaros, reconocidas porque sus glándulas olorosas desembocan al exterior por medio de unas estructuras cónicas especiales llamadas ozoforos. El segundo suborden se denomina Eupnoi, opiliones de cuerpo globoso, poco esclerotizado y patas extremadamente alargadas, que se desprenden fácilmente a modo de defensa (véase la especie del encabezado). El suborden Dyspnoi se caracteriza principalmente por un tipo de dentición especial en los quelíceros y presenta distribución restringida al hemisferio norte. Por último, el suborden más diverso es Laniatores, que reúne especies cuyos primeros dos pares de patas tienen solo una uña en el extremo, mientras que los últimos dos pares tienen uñas dobles (véase la figura 2; referencia 3). Muchos grupos de Laniatores son especialmente interesantes por sus formas bizarras, provistas de espinas o cuernos y colores brillantes (por ejemplo véase la figura 1).
Si bien la fauna de opiliones sudamericanos es especialmente rica, representando gran parte de la diversidad mundial (solo Brasil tiene más de 850 especies), nuestro país incluye un número bastante modesto, que no sobrepasa las 100 especies; sin embargo, la opiliofauna chilena es muy interesante y distinta, incluyendo algunos de los opiliones más espectaculares, entre ellos las especies más grandes del orden, pertenecientes al género Sadocus (4).
A pesar de reunir pocas especies y de su alto nivel de endemismo, los opiliones de Chile han sido muy poco estudiados. Si bien los primeros registros se realizaron a inicios del siglo XIX, la mayor parte de los aportes al conocimiento de la opiliofauna chilena fueron realizados por investigadores alemanes, brasileños o argentinos, durante el siglo XX, quienes describieron muchos de los géneros y especies conocidos actualmente. Entre los investigadores chilenos, solo don Tomás Cekalovic aportó al conocimiento de la opiliofauna nacional, principalmente de la región del Biobío y Magallanes, recopilando los primeros catálogos de especies que permitieron tener una visión global del orden en Chile (5, 6 y 7).
A pesar de esto, muchas de las especies descritas en nuestro país se conocen solo de manera fragmentaria, con muy pocos registros que permitan tener una visión general de la distribución geográfica de las especies y su estado de conservación. Por ejemplo, para la especie Nanophareus palpalis Roewer, 1929 se desconoce la localidad precisa en que habita, y nunca se han vuelto a encontrar nuevos ejemplares (8). Otras especies fueron colectadas en localidades hoy en día fuertemente intervenidas, como ocurre con Metagyndes chilensis Roewer, 1943 y Parabalta cristobalia Roewer, 1943, ambas conocidas solamente por ejemplares únicos encontrados en el Cerro San Cristóbal; o Tumbesia aculeata Roewer, 1930, que se conoce solo por tres machos y una hembra, colectados en Santiago (9). Todas estas especies no han vuelto a ser encontradas, conociéndose solo los ejemplares originales que se conservan en museos europeos, por lo que si consideramos el alto impacto humano actual en los lugares en que se les colectó durante el siglo pasado, es muy probable que esas poblaciones estén fuertemente amenazadas, o quizá extintas.
Otra situación que demuestra lo desconocidos que son los opiliones de Chile, es el hecho de que los pocos grupos que han sido estudiados en los últimos años, han aumentado notablemente su diversidad luego de un estudio detallado. Por ejemplo, luego de haber sido considerado como un género extremadamente raro, representado por una única especie, Nanophareus pasó a estar constituido por 7 especies, distribuidas entre la región de Coquimbo y la región del Biobío (10). En el caso del género Fonckia, se pasó de 1 a 4 especies, distribuidas entre las regiones de la Araucanía y Los Lagos (11). Todo esto indica que el conocimiento de los opiliones de Chile es aún incompleto y que se requieren mayores esfuerzos de investigación, especialmente para conocer el estado de las especies de distribución restringida, cuyas poblaciones, si aún continúan existiendo, requerirán urgentemente de medidas de protección.
Referencias
- Kury, A.B., 2013. Order Opiliones Sundevall, 1833. In: Zhang, Z.-Q. (Ed.) Animal Biodiversity: An Outline of Higher-level Classification and Survey of Taxonomic Richness (Addenda 2013). Zootaxa, 3703, 1–82.
- Shultz, J.W. & R. Pinto-da-Rocha, 2007. Morphology and functional anatomy. In: Pinto-da-Rocha, R., G. Machado & G. Giribet (Eds) Harvestmen, the Biology of Opiliones. Harvard University Press.
- Giribet, G. & A.B. Kury, 2007. Phylogeny and biogeography. In: Pinto-da-Rocha, R., G. Machado & G. Giribet (Eds) Harvestmen, the Biology of Opiliones. Harvard University Press.
- Kury, A.B., 2003. Annotated catalogue of the Laniatores of the New World (Arachnida, Opiliones). Revista Ibérica de Aracnología, Volumen Especial Monográfico, 1: 1-339.
- Cekalovic, T., 1968. Conocimiento actual de los opiliones chilenos. Mus. Nac. Hist. Nat. Not. Mensual, Santiago, l2(l38): 5-11.
- Cekalovic, T., 1976. Catálogo de los Arachnida: Scorpiones, Opiliones, Acari, Araneae y Solifugae de la XII region de Chile, Magallanes, incluyendo la Antartica Chilena (Chile). Gayana, Zool., 37: 11-107.
- Cekalovic, T., 1985. Catálogo de los Opiliones de Chile (Arachnida). Bol. Soc. Biol. Concepción, 56: 7-29.
- Hara, M.R., R. Pinto-Da-Rocha & A.B. Kury 2012 Revision of Nanophareus, a mysterious harvestman genus from Chile, with descriptions of three new species (Opiliones: Laniatores: Gonyleptidae). Zootaxa 3579: 37–66.
- Roewer, C.F., 1943. Weitere Weberknechte XI. Über Gonyleptiden. Senckenbergiana, 26(1-3): 12-68.
- Hara, M.R., 2016. Cladistic analysis and description of three new species of the Chilean genus Nanophareus (Opiliones: Gonyleptidae: Pachylinae)
- Pessoa Silva, M., M.R. Hara & R. Pinto-Da-Rocha, 2013. Revision of the South American Fonckia (Opiliones: Gonyleptidae: Pachylinae) with the description of two new species. Zoologia, 30(2): 227-237.