Imilla: la Momia de la Escuela de Mamiña
El Pueblo de Mamiña se ubica en el desierto de Atacama a 2.750 msnm en la Comuna de Pozo Almonte, Provincia del Tamarugal, Región de Tarapacá. Es famosa por sus aguas termales sulfurosas, sus barros revitalizantes y destacados sitios arqueológicos de gran atractivo turístico. Sin embargo es su hermosa gente, Aymarás y Quechuas, la que le da vida al pueblo, una población orgullosa de su pasado prehispánico y de sus tradiciones ancestrales. La fusión entre lo prehispánico y las tradiciones hispanas ha configurado en los pueblos andinos una cosmovisión única, que enlaza la naturaleza con lo sobrenatural, donde los ancestros juegan un rol relevante. Todos en el pueblo de Mamiña bailan o tocan algún instrumento demostrando sus destrezas para las fiestas celebradas a los santos patronales, a la virgen, carnavales en Cuaresma y por supuesto la conmemoración a los muertos en el 1° de Noviembre.
La historia de la momia de la escuela de Mamiña comienza a fines de la década de 1980 cuando se comenzó a construir el Internado de Mamiña, durante las excavaciones realizadas por el Arqueólogo Álvaro Carevic (en la imagen de presentación) se hallaron dos momias adultas y un infante asociado a una de ellas.
La momia con el infante fueron llevados al Museo Regional de Iquique donde son resguardadas hasta el día de hoy. La otra permaneció en la Escuela, ya que existía la intención de convertir una parte del edificio en un Museo local, lo que nunca sucedió. Por más de 25 años las diferentes generaciones de estudiantes que asistieron a la escuela en Mamiña, conocieron parte de la historia de la momia e incluso pudieron verla, convirtiéndose con el tiempo en un ícono identitario del lugar. Este mismo reconocimiento y a su vez la profunda conexión religiosa que existe con los ancestros, hizo que la comunidad se organizara y decidiera solicitarle al Consejo de monumentos Nacionales (CMN) el reentierro de la momia, a lo que el CMN accedió siempre y cuando se cumplieran ciertas condiciones.
En primer lugar se realizó una limpieza de los restos que fue realizada por la propia coordinadora del CMN en Tarapacá, Patricia Henriquez y la Arqueóloga de la Municipalidad de Pozo Almonte, María José Capetillo. La limpieza reveló que el cuerpo no se encontraba momificado si no que se trataba de un esqueleto (cuerpo completamente esqueletizado). Aquí entro yo en la historia, el CMN me solicitó viajar en comisión de servicio a Mamiña, donde realicé la semana recién pasada los análisis bioantropológicos y la toma de muestras. Posteriormente un (a) conservador (a) se hará cargo del embalaje definitivo y el CMN junto a la comunidad organizarán el reentierro, que será realizado en el cementerio local.
El análisis bioantropológico reveló que el esqueleto corresponde a una mujer que murió en torno a los 40 años, medía cerca de 1,57 m, probablemente tuvo hijos (partos); usaba sus dientes delanteros como herramientas, tal vez para trabajar la fibra vegetal y padecía de fuertes dolores en la espalda baja (región lumbo-sacra), probablemente por la carga de peso, por ejemplo al llevar aguayos cargados de productos agrícolas. Además tenía deformación craneana artificial, rasgo característico e identitario que requería del uso de almohadillas y vendajes en el cráneo de los infantes desde al nacimiento y que le da a la cabeza una apariencia alargada.
Las muestras tomadas permitirán a su vez realizar análisis bioquímicos y moleculares que entregarán información relevante para completar su perfil de vida y responder preguntas como: hace cuánto tiempo vivió y murió, cuál era su dieta, nació en Mamiña o llegó de otra parte, cuál era su color de ojos y pelo, a que enfermedades genéticas era propensa o cuáles de sus genes están presentes en la población actual.
Todas las actividades fueron organizadas por el Consejo de Monumentos Nacionales; la comunidad indígena Quechua, cuya presidenta es la Sra. Gudelia Cautín y el Director de la Escuela, el Sr. Guillermo Espinoza.
Estas actividades incluyeron dos MUVACOS o charlas educativas, una para los más pequeños (prebásica a tercero) y otra para 4to a 8vo. Con los más pequeños hicimos una actividad más lúdica y a través de propuestas y votación le pusieron el nombre de Imilla a la momia, nombre que en aymara significa doncella.
Por tanto hoy Imilla está lista para las últimas etapas de este proyecto y de iniciar la ceremonia de reentierro que muy probablemente durará varios días y contará por supuesto con su respectiva conmemoración en el 1° de Noviembre.