Flora no vascular
"Cuando temas ciudadanos como la sustentabilidad urbana adquieren un enfoque transdiciplinario, la flora no vascular de los cerros de Santiago, desde su pequeña escala, también contribuye y complementa los esfuerzos académicos y de agrupaciones preocupadas por la conservación o rehabilitación de la vegetación de los cerros del área urbana (Cerros islas), y periurbana (Contrafuerte Andino), de nuestra agitada y cada vez más pavimentada ciudad de Santiago.
En este sentido la vinculación de estos pequeños grupos de plantas (musgos, hepáticas y antocerotes) con la sustentabilidad biológica es vital, en primera instancia, debido a que sus comunidades y poblaciones influencian en las funciones de los ecosistemas al producir materia orgánica, estabilizar los suelos y partículas minerales, previniendo la pérdida de ellos y sus nutrientes (carbono y nitrógeno), por erosión. Del mismo modo capturan sedimentos y agua, proveyendo de hábitats para algas, hongos, invertebrados y pequeños vertebrados. Por otra parte logran colonizar rocas, madera y otros sustratos donde la flora vascular está ausente, aportando con cobertura vegetal, mayor humedad y por supuesto con superficie fotosintética, sobre todo durante el invierno, estación del año en que la vegetación arbórea, arbustiva y herbácea está en receso.
Desde el punto de vista florístico es importante destacar que los cerros Manquehue, Chena, Blanco y Renca albergan especies de interés fitogeográfico que conviven en una matriz de elementos nativos y exóticos cuyo origen puede ser una consecuencia del proceso de urbanización del gran Santiago. Sin embargo y aunque parezca contradictorio, la urbanización crea un espectro de micro hábitats específicos para musgos y hepáticas. Un buen ejemplo de lo anterior es la presencia de especies nativas epífitas (sobre troncos y ramas), en el arbolado de algunos parques urbanos y también, aquellas asociadas a cuerpos de agua artificiales (lagunas) insertos en ellos, pero que lamentablemente, el desconocimiento de ellas al momento de hacer remodelaciones, modifican sus micro hábitat, siendo en muchas ocasiones desalojadas.
Además es importante mencionar que la flora no vascular de los cerros de Santiago se enfrenta, al igual que la flora vascular, a los gases de escape de los automóviles, los contaminantes industriales, fertilizantes, herbicidas y a la compactación del suelo por la conducción en áreas no pavimentadas, factores que pueden disminuir la calidad de hábitat para muchas especies, ya que la ausencia de cutícula (capa protectora sobre las filidios (hojas)), las hacen más susceptibles a dichos contaminantes. Así, la idea de debatir y construir propuestas para la conservación de la flora no vascular de los cerros de Santiago al mediano y largo plazo (5, 10 y más años), es un tema incipiente pero de consideración, ya que estas áreas son en la actualidad un refugio para algunas especies nativas y endémicas que hasta hace poco se descocían, y que al presente continúan en estudio, bajo un escenario de crecimiento industrial e inmobiliario, que al parecer, trae consigo más consecuencias negativas que positivas para la flora nativa que habita en los cerros de Santiago.