El Kraken
A mediados del mes de abril de este año fuimos sorprendidos por la noticia que señalaba que un gran monstruo marino había varado en la playa de Quidico (en Tirúa), el animal medía cerca de los tres metros y correspondía a un ejemplar inmaduro del calamar gigante Architeuthis dux; animales adultos de esta especie pueden alcanzar los 18 metros de longitud y pesar varios cientos de kilos.
La historia de los calamares gigantes nace con los antiguos navegantes nórdicos quienes comentaban sobre la existencia de un gigantesco y monstruoso animal en forma de calamar que atacaba a los barcos hasta hundirlos y era capaz de devorar a un hombre de un solo mordisco. Los primeros antecedentes escritos sobre este mítico animal, se atribuyen al rey Sverre I quien gobernó a Noruega entre 1184 y 1202.
El kraken y las historias de ataques de este ser gigantesco cada día iba adquiriendo mayor credibilidad y es así como el propio Linneo lo incluye entre los cefalópodos de la primera edición de su obra Systema naturae editada en 1735, con el nombre científico de Microcosmus, sin embargo este epíteto es excluido en las ediciones posteriores.
Al parecer no existirían otras referencias científicas de este animal hasta 1801, fecha en que Pierre Denys de Montfort, publica en el vol 2 de su obra Conchyliologie systématique, et classification méthodique des coquilles un relato sobre un ataque de un calamar gigante a una embarcación, el que además ilustra con un grabado, en el que se ve a un cefalópodo que está atrapando un velero con sus grandes tentáculos, el animal además de su enorme tamaño es caracterizado con unos grandes ojos, una de las características que distinguen a los calamares del género Architeuthis, cuyo diámetro ocular puede alcanzar los 30 centímetros, convirtiéndolos en la especie con los ojos más grandes del reino animal.
Escasos son los conocimientos que se tienen sobre el Architeuthis dux y hasta hace poco tiempo las únicas referencias que habían sobre la existencia de esta especie, estaban referidas a ejemplares varados y a mandíbulas encontradas en estómagos de cachalotes su principal depredador. La primera referencia de esta especie viva es reciente y corresponde a un ejemplar que fue filmado en el año 2012, en las cercanías de las islas japonesas de Ogasawara, por una expedición financiada por Discovery Channel.
Estos calamares gigantes habitan en todos los mares y prefieren las aguas profundas entre 250 y 1500 metros, por lo que su presencie en la superficie es casi imposible.
Su carne, a diferencia de los pequeños calamares, no es apta para el consumo humano, es tóxica, dado que contiene en la musculatura del manto un compuesto amoniacal que le permite controlar la densidad de su cuerpo, permitiendo que pueda sumergirse a grandes profundidades sin mayor esfuerzo.