La Chicha
En cuanto al origen del vocablo "Chicha", no existe un consenso, algunos autores lo adscriben al antillano, tal vez taino o arahuaco como señala Oroz (1966) o como escribe Zárate en 1555 (1947) "Este brebaje se llama comúnmente chicha en lenguaje de las islas, porque en lengua del Perú se llama azúa...". Otros autores como Oviedo (1557), atribuye el vocablo a la lengua de los Cunas de la provincia de Cueva (Panamá), cuando señala que en Tierra Firme "...a ninguno desplace el vino; antes son muy amigo de él, y a este hacen de maíz según la cantidad que quieren hacer chicha, que así llaman a su vino...". Coinciden con esta apreciación otros autores que han escrito sobre el tema; es así como se afirma que la palabra se encuentra documentada en el español desde 1521. Wafer, viajero que visitó el istmo de Panamá a fines del siglo XVII, cuando aún estaba vigente el idioma indígena, lo confirma, advirtiendo que es una abreviación de chichah co-pah, donde chichah significa maíz, y co-pah bebida. Actualmente se considera palabra panamericana, aunque localmente se han empleado otros vocablos, para este brebaje (Pardo y Pizarro 2005).
Partiendo de este origen los españoles en su avance hacia el sur del continente difundieron la voz desplazando los términos locales como el vocablo quechua "azúa", en Perú, o las palabras mapuche "mudai" y "pulcu" en nuestro país. Los españoles en sus crónicas usaron la palabra vino para referirse a las bebidas fermentadas que se consumían en el continente americano y también utilizaron la palabra aloja para referirse a la chicha de algarrobo (Pardo y Pizarro 2005).
La chicha ha sido obtenida de diversos granos y frutas comestibles e incluso se han utilizado algunos hongos, por cierto, algunas más apetecidas que otras, dependiendo de la materia prima usada en su fabricación, así también varía su grado alcohólico y su dulzor. Se preparaba durante todo el año con granos de cereales o con frutas frescas o deshidratadas de cada región que guardaban especialmente para este propósito. Su fabricación estaba a cargo de las mujeres, quienes a temprana edad (12 años) recibían los conocimientos sobre las técnicas de preparación de las chichas y debían lucirse con su preparación; ya que esta bebida era el alma de todas las reuniones y el orgullo de los dueños de casa de servir a sus invitados un buen brebaje.
La chicha ha sido desde tiempos inmemoriales, la compañera infaltable de múltiples fiestas y actividades comunitarias como la limpia de canales, floramiento del ganado, mingas, matrimonios, velatorios, nacimientos, ceremonias religiosas y tantas otras actividades que comparten las diversas comunidades a lo largo y ancho de nuestro país. (Pardo y Pizarro 2005).
A la chicha también se le asignó propiedades medicinales, entre ellas una acción diurética y digestiva o en otros casos para prevenir las afecciones pulmonares; en la época prehispánica se usó para normalizar las funciones de eliminación. A los españoles les llamó la atención que las poblaciones nativas no tuvieran mal de piedra (cálculos) ni enfermedades renales, ya que para ellos estos males eran frecuentes. Los cronistas indican que las chichas de maíz (Zea mays), de algarrobo (Prosopis sp) y de molle (Schinus sp) eran particularmente curativas y/o preventivas del aparato urogenital. Pardo y Pizarro (2005) hacen alusión a dos citas anónimas que refrendan este hecho "...pues ningún indio vemos en todo el reino que sea atacado de mal de ijada o de piedra"(Anónimo 1968). Y luego para la chicha de maíz indican "...para remediar este inconveniente y por librarse de enfermedades, inventaron el vino hecho de grano de maíz, el cual, si es simple, refresca las entrañas y el hígado, pero no limpia del todo las vascosidades. Mandaron los médicos que para que el vino tuviese los efectos que se pretendía, de lavar la vejiga y deshacer la piedra, se lindase el maíz con la saliva del hombre, que es muy medicinable". Anónimo 1968. (Pardo y Pizarro, 2005).
El consumo de chicha formaba parte de las costumbres ancestrales y de ritos religiosos tradicionales, es por ello que se vinculaba a la vida social y a los momentos más importantes y fundamentales de las personas. Hoy día se sigue consumiendo y aunque algunas materias primas al igual que las técnicas de preparación han variado, este brebaje sin duda que seguirá siendo parte de nuestra cultura etílica y compañera de múltiples actividades comunitarias, así como de reuniones sociales.
Para saber más
- Pardo, Oriana y José Luis Pizarro. 2005 La Chicha en el Chile precolombino. Colección Chile precolombino. Editorial Mare Nostrum. 127 pp. Santiago (Chile).
- Vásquez, Mario. 1967 La chicha en los países andinos. América Indígena, vol. XXVII.