Peces excepcionales II: Los peces eléctricos
La electricidad es un fenómeno que ha atraído la atención del ser humano desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, nuestra especie no es la única capaz de utilizar la electricidad para su propio beneficio. Los llamados peces eléctricos son un grupo de peces capaces de producir electricidad, la cual utilizan en la comunicación, navegación, depredación o defensa.
Para comprender el fenómeno de los peces eléctricos es importante destacar que en nuestras células ocurren pequeños flujos de iones positivos y negativos, generando electricidad a una escala muy pequeña. Estas corrientes eléctricas son las que permiten la realización de diversos procesos celulares, así como la contracción de los músculos, e incluso procesos como los latidos cardiacos. En el caso de los peces eléctricos se ha desarrollado una estructura especializada en la generación eléctrica, denominado "órgano eléctrico", el cual permite que la generación eléctrica sea utilizada de manera activa por el organismo que lo posee.
Los órganos eléctricos están compuestos por células denominadas electrocitos, que poseen una superficie funcionalmente asimétrica, cuya disposición de canales iónicos y bombas de sodio, permite la generación de diferencias de potencial eléctrico (voltaje). Estas células se disponen en serie, lo que permite la suma de voltajes, de la misma manera que ocurre con varias baterías apiladas en una linterna. La evidencia molecular indica que estos órganos habrían evolucionado en paralelo a lo menos seis veces en la historia evolutiva de los peces (Gallant et al., 2014), por lo que podemos encontrar peces eléctricos en linajes muy diversos.
Uno de los linajes más reconocidos por sus cualidades eléctricas son los peces eléctricos neotropicales del Orden Gymnotiformes, donde la capacidad de generación eléctrica sería un rasgo ancestral del linaje, compartido por toda su descendencia (Gallant et al., 2014). Estos peces están presentes desde el extremo sur de México (15°N) hasta el norte de Argentina (36°S), con abundantes representantes en centro y Sudamérica. La mayor diversidad puede encontrarse en la supercuenca Amazónica- Orinoco- Guayanas, con un 73% de especies de este orden (Albert & Crampton, 2005). Dentro de este grupo uno de los más llamativos, debido al poder de su descarga eléctrica, ha sido la Anguila (Electrophorus electricus), también conocido como Temblador.
La piel de las anguilas posee numerosos órganos electroreceptores asociados a la propiocepción, y su cuerpo está provisto de cuatro órganos eléctricos ubicados en la región ventral, desde el fin de la cavidad abdominal, hasta el extremo distal de la cola. Cada órgano se compone de fibras longitudinales divididas en pequeños alvéolos por tabiques membranosos. Los nervios que inervan los órganos eléctricos de las anguilas se desprenden de la región caudal de la médula espinal, y se ramifican en los alvéolos, donde desaparece el recubrimiento de mielina que usualmente recubre a los nervios. Una vez liberada la fibra nerviosa, se ramifica de manera arborescente, extendiéndose por el resto del órgano. La descarga de una anguila adulta puede alcanzar los 600 voltios (Catania, 2014), ¡casi tres veces el voltaje del enchufe de una casa!
No obstante, se ha evidenciado que las anguilas pueden emitir tres tipos distintos de descargas eléctricas: a) pulsos de bajo voltaje para percibir el entorno; b) pares y tripletes de pulsos de alto voltaje periódicos durante la caza en ambientes complejos; c) descargas de alta frecuencia y pulsos de alto voltaje durante la captura de presas o la defensa (Catania, 2014).
También hay representantes eléctricos en otros linajes, como los peces gato africanos, del orden Siluriformes, y entre los elasmobranquios de los órdenes Rajiformes y Torpediniformes.
¿Existen peces eléctricos en Chile?
Quizás menos conocidos - pero no por ello menos interesantes- en nuestro país es posible encontrar rayas y torpedos eléctricos, de los cuales existe un variado registro en nuestro país. En el caso de estos últimos encontramos formas como la tembladera (Discopyge tschudii), que posee órganos eléctricos pareados bien desarrollados a lo largo de su disco, que utiliza en la captura de los animales de los que se alimenta, y probablemente para orientarse y detectar a sus presas. Es posible encontrarla en las costas de nuestro país desde Arica a Magallanes, y también está presente en las costas de Perú y en Atlántico Sudoccidental, desde el sur de Brasil hasta el sur de Argentina. De acuerdo con la lista roja de especies amenazadas, elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la población global de D. tschudii se encuentra casi amenazada (NT), mientras que la población atlántica sería Vulnerable (VU), con una tendencia general al decrecimiento de la población (Massa et al., 2004).
Entonces, es posible toparnos con una de estas rayas eléctricas en la playa, pero no hay razón para temerles ya que, si bien la corriente que generan es cercana a los 220 voltios, el pulso entrega una cantidad pequeña de energía, resultando inofensivo para el ser humano.