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En enero del 2009 el Museo Nacional de Historia Natural recibió una carta del paleontólogo de la Sección de Ornitología del Museo Senckenberg de Frankfurt, Gerald Mayr. En la misiva, el especialista informaba que el esqueleto de un ave gigante proveniente de Chile estaba en manos de un coleccionista privado.
El propietario del ejemplar había contactado al investigador para que revisara los restos óseos y éste se percató del valor científico del ave, al igual que de sus implicancias biológicas e históricas. Consciente de su relevancia, el coleccionista accedió a la venta del Pelagornis para facilitar su estudio.
El museo alemán financió la adquisición del espécimen, con el propósito de que fuera investigado a la par con Chile, y posteriormente devuelto a nuestro país.
El jefe del Área de paleontología del Museo Nacional de Historia Natural, David Rubilar, coordinó las consultas de Alemania con los abogados del Consejo de Monumentos Nacionales para llevar a buen puerto las acciones legales necesarias para la repatriación.
Luego de seis meses de trabajo, se obtuvo la documentación necesaria y se inició el trabajo descriptivo del espécimen. Una vez finalizada la investigación, Rubilar participó en Frankfurt en el estudio y la evaluación de las alternativas para facilitar su traslado a Santiago.
Al regresar a Chile, Mayr y Rubilar visitaron Bahía Inglesa para localizar el área de sedimentos y niveles estratigráficos de donde fue extraído el fósil. Su expedición culminó con el hallazgo de un hueso incompleto, similar en forma y tamaño al del Pelagornis chilensis.
El esqueleto del ave prehistórica retornó al país en agosto del 2009 y se integró a la Colección de Paleontología de Vertebrados del Museo Nacional de Historia Natural, institución que también conserva los registros de las investigaciones que se le han practicado (Rubilar, 2013: 48).