Reflexiones sobre las Jornadas de Historia Natural
Próximamente se realizará en el MNHN la primera versión de las Jornadas de Historia Natural, una iniciativa que está siendo preparada por el Área de Educación y en la cual participaremos investigadores de diferentes áreas curatoriales del MNHN e invitados externos.
La idea de realizar estas jornadas fue tomando forma a través de varias conversaciones entre colegas dentro del museo, y muy especialmente en terreno, donde durante el desarrollo de nuestras investigaciones, también se dan excelentes oportunidades para la reflexión, en el mismo lugar donde ocurren las manifestaciones naturales que nos interesa estudiar y dar a conocer. A través de esta nota, quisiera comentarles algo más acerca de estas jornadas y de las reflexiones que nos llevaron a proponer su realización.
La importancia actual de la historia natural
La historia natural es la disciplina que inició el estudio científico de la naturaleza, estableciendo las bases de la biología moderna. El acervo de los naturalistas se fundamenta principalmente en la sabiduría que aporta el trabajo de campo, con un fuerte énfasis en la taxonomía y la sistemática, lo que permite considerar a la historia natural como una de las pocas disciplinas que logra abarcar la biodiversidad desde sus múltiples dimensiones.
En sus inicios, la historia natural se empeñaba básicamente en registrar la diversidad y distribución de los organismos en la naturaleza, información relevante incluso en la actualidad, en que este tipo de datos es crucial para la conservación biológica. Durante la era dorada de esta disciplina, el interés por aportar al conocimiento se extendió más allá del ámbito puramente científico, transformándose en un popular pasatiempo, que permitió a muchos naturalistas aficionados a la botánica, la entomología, entre muchas otras áreas, hacer sus aportes al conocimiento, en estrecha relación con los museos de historia natural.
Lamentablemente, hoy en día la historia natural ha sido relegada e incluso desacreditada por la "nueva biología", siendo sustituida por numerosas disciplinas científicas altamente especializadas, cuyos cuerpos de conocimiento parecen demasiado técnicos y carentes de interés para las masas. El conocimiento biológico contenido en los modernos artículos científicos parece frío, impersonal y distante* para quienes no están habituados a ellos, lo que en vez de incentivar el acercamiento de las personas, las ha alejado creando un distanciamiento de consecuencias preocupantes.
Con la desaparición de la investigación naturalista, hemos perdido la oportunidad de experimentar de manera personal y directa la riqueza biológica, y con ello, todo el potencial de este tipo de actividades como herramientas de vinculación entre las personas, la sociedad y la naturaleza. Estas experiencias naturales, aunque cada vez más raras, representan actividades extremadamente importantes en la generación de la empatía y apego emocional necesarios para promover iniciativas de valoración y conservación efectiva de la biodiversidad. Aunque como individuos no es mucho lo que se puede hacer en conservación, de manera colectiva si podemos crear presión social y exigir a quienes nos representan, que tomen las medidas necesarias para proteger la biodiversidad que nos queda. En este sentido, nos parece que promover la historia natural podría jugar un rol crucial.
Los taxónomos y lo que nos falta por conocer
Los primeros naturalistas eran eminentemente taxónomos fascinados por la diversidad. Ellos observaban y recolectaban especímenes para clasificarlos y determinarlos, y aportar de esa forma al conocimiento de la diversidad biológica del planeta. Este trabajo, que se inició formalmente con la publicación de la décima edición de Systema Naturae de Carlos Linnaeus (1758), continuó siendo una de las principales tareas de la historia natural, hasta bien entrado el siglo XX. Posteriormente, la especialización que sufrieron las diferentes ramas de la biología, relegó el trabajo taxonómico a un segundo plano; sin embargo, la tarea de descubrir, clasificar y nominar las especies que habitan la tierra está lejos de terminar y se continua desarrollando intensamente en muchos centros de investigación, particularmente en museos de historia natural como el nuestro (véase un ejemplo en **).
Hoy en día, la taxonomía ha superado este periodo oscuro, y gracias al surgimiento de los modernos métodos de análisis filogenético que se utilizan para reconstruir la historia evolutiva de los organismos, está recuperando sus históricos niveles de actividad a nivel global. Sin embargo, esta importante disciplina continúa ausente en los principales centros de investigación, pues ya no se incluye en las mallas curriculares de las carreras universitarias y generalmente es desarrollada de manera anexa en proyectos dedicados a otras disciplinas relacionadas. Es por esto que la formación de nuevos taxónomos depende en gran parte de la vocación personal de quienes se interesan en practicar esta disciplina, ya sea profesionalmente o de forma amateur. Quienes deciden comenzar su especialización en la investigación taxonómica, generalmente son movidos por la misma pasión que motivó a los primeros naturalistas, pero difícilmente pueden encontrar el nicho donde desarrollarse, pues las instancias que promueven esta disciplina son muy poco frecuentes.
Estas reflexiones nos han llevado a convencernos de que la historia natural puede jugar un rol crucial en el fortalecimiento del apoyo ciudadano a las iniciativas de conservación de la biodiversidad, y de que el actual déficit de taxónomos puede ser efectivamente mitigado por investigadores amateur con fuerte formación naturalista. Al mismo tiempo, creo que los museos de historia natural deben tomar la iniciativa y generar espacios para un acercamiento significativo entre el público y su patrimonio biológico, entregando las herramientas para la generación de experiencias personales de descubrimiento, como las que puede lograr un naturalista o un taxónomo. Las Jornadas de Historia Natural que estamos preparando son una respuesta a esta convicción.
Notas:
* http://sea-entomologia.org/PDF/BOLETIN_18/B18-015-043.pdf