Arturo Rodríguez Osorio, 1932-2020
Hablar de don Arturo es hablar de una extraordinaria persona, cuyas características principales fueron la responsabilidad, humildad, sencillez, amabilidad, generosidad, entre tantas otras. Fue un gran Docente y Arqueólogo de profesión, pero sin lugar a dudas un gran Conservador de corazón.
Oriundo de La Serena, prestó sus servicios en el Museo Arqueológico de dicha ciudad, luego en 1981 se trasladó a Santiago para continuar con sus labores profesionales, pero ahora lo haría en la actual Área de Antropología del Museo Nacional de Historia Natural, en calidad de Profesor Ayudante, labor que desempeñó hasta 1985, año en que pasó a la Planta Profesional, ocupando el cargo de Investigador de dicha Área hasta 2005, en que se acogió a jubilación.
Sus aportes al Área de Antropología, fueron notables en muchos aspectos; tanto en lo humano como en lo profesional, entre los cuales podemos destacar el trabajo docente que desarrolló con niños y jóvenes de Enseñanza Básica y Media, que participaban en el Club de Arqueología, quienes luego exhibían sus investigaciones en la Feria Científica Juvenil de Chile, la cual se llevaba a cabo en el Museo Nacional de Historia Natural, algunos de estos jóvenes, hicieron de la arqueología su profesión, tal es caso de Igor Parra, Donald Jackson (Q.E.P.D.), Carlos González, por mencionar algunos nombres. También la docencia le permitió la supervisión de tesistas y practicantes, todos hoy profesionales en diversas disciplinas de las Ciencias Sociales; su constante interés por la investigación lo llevó a organizar las salidas a terreno, junto a los investigadores del área y asociados, como Rubén Stehberg, Ramón Morales, Eliana Durán, Carlos González, Patricio Cerda entre otros; con quienes desarrolló parte de su investigación arqueológica, especialmente en Chile Central, en sitios tales como "Cerro La Cruz", "El Estero del Cobre", "Cerro Tren-Tren de Doñihue" entre algunos ejemplos.
Pero sin duda, su mayor aporte lo realizó en la Conservación de las diversas materialidades del patrimonio arqueológico que resguarda hasta hoy el Área de Antropología. Desde sus inicios en el Área en 1981 (hace 39 años atrás) comenzó a innovar en los sistemas de embalaje y documentación del material arqueológico. Junto al museólogo Miguel Ángel Azócar comenzaron a fabricar contenedores de cartón corrugado, para preservar inicialmente la cerámica, labor que tuvo su prueba de fuego durante el terremoto de 1985 donde se pudo constatar que todas las piezas cerámicas que estaban protegidas en dichos contenedores no habían sufrido daños ni pérdida de información. A partir de ese momento don Arturo y Miguel Ángel dieron inicio a los sistemas de embalaje en contenedores de cartón, ya no sólo para la cerámica sino para todo tipo de materialidades, creando además, sistemas de documentación tanto para los objetos como para los contenedores, los cuales han perdurado en el tiempo y que luego, fueron replicados en otras instituciones museales; un trabajo que fue pionero para la época, no sólo en el Área de Antropología sino en la Conservación de nuestro país, ya que por esos años el desarrollo de esta disciplina estaba en un incipiente crecimiento.
En el área de la investigación siempre fue una apoyo importante para las nuevas generaciones que se acercaron al Museo, su experencia de terreno en el norte chico era amplia y su memoria privilegiada, la calidez y amabilidad para conversar con los jóvenes arqueólogos y traspasar su conocimiento era destacable. Sin duda recurrir a él era tener una respuesta certera sobre qué y cuándo había visto tal o cual diseño diaguita en terreno o en alguna colección. Para los que tuvimos esa suerte nos brindó la sabiduría del estudio de las colecciones.
Quienes tuvimos el privilegio de trabajar con don Arturo sabemos de su generosidad y su gran sentido del humor, también de su excelencia y acuciosidad en cada quehacer emprendido. Su recuerdo siempre estará presente y donde quiera que esté, estamos ciertos que está planificando nuevas metodologías de conservación y nuevas investigaciones arqueológicas. Sabemos que más temprano que tarde el reencuentro en algún momento se producirá y por mi parte espero volver a tener el privilegio de continuar con ese camino laboral que se inició en 1981. Es por eso que sólo diré hasta pronto querido amigo y colega.