Construir patrimonio paleontológico: un desafío vinculado a la investigación, la identidad y el sentido de pertenencia
La palabra patrimonio no tiene precisamente una definición consensuada, por ende su explicación no resulta fácil de encontrar, ni siquiera en la web. Esto contribuye a que sea un tanto complejo saber de qué estamos hablando cuando nos referimos a este concepto ¿Patrimonio cultural es lo mismo que herencia cultural?, ¿patrimonio propio son sólo nuestros bienes materiales?, ¿cuándo un bien pasa a ser algo patrimonial? Por otro lado, hablar de patrimonio inmaterial suena aún más extraño, ¿son sólo las lenguas, costumbres, mitos y leyendas de una comunidad? Entonces, es natural llegar a preguntarse ¿cuándo algo realmente constituye patrimonio? Éstas y otras interrogantes comunes nos revelan que, en general, no sabemos bien de qué se trata este concepto.
Hay ciertas pistas que nos dan indicios de a qué nos referimos al hablar de patrimonio en su sentido más puro. Por una parte en Chile existe la Ley de Monumentos Nacionales 17.288, iniciativa que cumple 46 años (promulgada en 1970) y que sentó las bases legales para definir y regular el uso de algo que fue descrito como un bien del estado. Sin embargo, si se lee dicha ley, resultará curioso que, para efecto de los fósiles, a éstos se les trate como "piezas u objetos" de un monumento arqueológico. Lo anterior parece algo confuso puesto que si bien la arqueología es una disciplina científica que comparte varias aristas técnicas con la paleontología en su relación con la examinación del pasado, se aleja progresivamente del objeto de estudio y del análisis de la biodiversidad (excepto cuando arqueólogos necesitan poner en contexto ambiental a los hallazgos). Cabe mencionar que dicho ejercicio resulta esencial en la observación de todo organismo fósil y, por ello, los paleontólogos lo estudian en una escala de tiempo mucho más amplia, y que puede alcanzar a millones e incluso miles de millones de años
Entiéndase que los arqueólogos no excavan dinosaurios y los paleontólogos no desentierran momias.
Este constructo legal ha sido así por décadas, debido a que precisamente fueron arqueólogos y antropólogos quienes lograron impulsar esta legislación. En cierto modo se valora el aporte de estos profesionales, puesto que con ello se logró incluir a los restos fósiles como monumento nacional, pero también, debe tenerse en cuenta que la definición atribuida a estos vestigios ha generado muchas confusiones y en ocasiones serios inconvenientes no solo a expertos nacionales sino también extranjeros. Esto queda evidenciado en algunos procedimientos de control, donde la falta de criterio y entendimiento de lo que realmente se debe proteger y por qué, genera muchas veces desconcierto. Por ejemplo: en el tráfico de fósiles, en los criterios de evaluación del sistema de impacto ambiental, en la tenencia de fósiles en museos escolares, en la salida y retorno de fósiles al país, sólo por mencionar algunos. Afortunadamente, esta situación parece estar cambiando en forma paulatina, gracias a la incorporación de especialistas en el Consejo de Monumentos Nacionales. No obstante, para ver reales efectos en una Construcción Nacional de un Patrimonio Paleontológico, la ley 17.288 y otras normas debiesen ser revisadas y modificadas en varios aspectos.
Al margen de los problemas en nuestra legislación, se debe saber que absolutamente todos los fósiles del territorio de Chile son considerados como monumento nacional. Esta condición lo faculta para estar protegidos por una ley y bajo la tuición y protección del estado. Por lo mismo, no se pueden vender o extraer sin autorización. Ahora bien, no todas las preguntas que nos hemos planteado quedan esclarecidas de manera absoluta, por ejemplo ¿realmente todos los fósiles son patrimonio?
Los sitios arqueológicos generalmente son puntuales y acotados, mientras que los fósiles de distribuyen en capas de rocas que pueden extenderse en decenas e incluso cientos de kilómetros.
Cierto es que no conocemos dónde están todos los fósiles de nuestro territorio nacional y nunca lo sabremos con total certeza. Pero sí entendemos que están bajo suelo, en las capas de rocas portadoras, generalmente sedimentarias, que albergan evidencias concretas de las múltiples formas de vida del pasado, la mayoría extintas, y que dan cuenta de un tiempo anterior que ha estado en constante cambio. Ese saber nos ha sido heredado gracias a la actividad de paleontólogos, que son los profesionales que los estudian. He aquí la clave de la construcción del patrimonio paleontológico, que no es otra cosa que investigar para comprender y dar valor.
Entonces el patrimonio se construye cuando aplicamos un criterio de valoración a los restos y luego estos lugares y piezas, como los llama la ley, toman real importancia en la sociedad debido al vínculo identitario que se genera entre las personas y el fósil.
Un caso reciente que nos ejemplifica esta idea, es el Chilesaurus diegosuarezi. Un dinosaurio extinto, hallado en las cercanías del lago General Carrera, en la Región de Aysén, que sólo entendemos gracias al esfuerzo de investigadores que han reconstruido este complejo mosaico natural y han fortalecido, en el proceso, el sentido de pertenencia por parte de la comunidad de la zona. Es probable que se escuche en el futuro, y con justo orgullo, a los habitantes ayseninos afirmando que "Aysén fue una tierra de dinosaurios extraños y únicos en el mundo" y, aunque el valor del hallazgo no se limita a las fronteras regionales, es ahí donde la ciencia ha hecho un aporte sustancial a la construcción de identidad a partir del patrimonio paleontológico.
Otros casos emblemáticos de este proceso de construcción de identidad a partir de la valorización de patrimonio paleontológico son las huellas de dinosaurios de las Termas del Flaco, el sitio Pilauco en Osorno, Monte Verde en las cercanías Puerto Montt, el sitio pleistocénico de San Vicente de Tagua Tagua, Cerro Ballena en Caldera, los ictiosauros de Magallanes, los amonites y plesiosaurios de la isla Quiriquina, entre otros.
Para concluir, es indispensable recordar que en el museo Nacional de Historia Natural se alberga la colección de fósiles más importante del país, y ha sido gracias a sus directivos, curadores, investigadores asociados, voluntarios y amigos, quienes han logrado descubrir, resignificar y dar valor a las numerosas especies fósiles que aquí están cuidadosamente conservadas. De este modo, el MNHN contribuye día a día a la educación y a la construcción de nuestro inmenso Patrimonio Paleontológico Chileno.