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Deinonychus y los dinosaurios de sangre caliente

Richard Bakker

Deinonychus y los dinosaurios de sangre caliente

Publicado el 02/09/2014
Dejamos con ustedes una nota preparada por David Rubilar, Jefe Área de Paleontología con motivo del aniversario del cambio de paradigma en la manera cómo se veían los dinosaurios.

Fue en una tarde, a fines de agosto de 1964, justo hace 50 años, cuando el Dr. John H. Ostrom junto a su ayudante G. E. Meyer volvían de caminar en su último día de terreno en unas formaciones rocosas al oeste de Montana. Estos terrenos, estériles de vegetación pero ricos en fósiles, datan de la parte inferior del periodo Cretácico, es decir, de hace unos 120 millones de años. En ese momento se dieron cuenta que uno llamativos huesos afloraban en la base de una pequeña colina, semejante en forma de sacado de helado. Entre los huesos hallados se encontraba una garra en forma de hoz de unos 12 cm. Este particular hallazgo no sería un descubrimiento cualquiera, sería el comienzo de una gran revolución en la ciencia de la paleontología que cambiaría el gran paradigma del estilo de vida de los dinosaurios.

La nueva especie, que más tarde se bautizara como Deinonychus anthirropus, correspondía a un animal cuyo esqueleto era de unos 2,5 - 3 m de longitud y estaba dotado de dos prominentes garras en las patas. Estas garras tenían forma de una pequeña hoz y se ubicaban en el segundo dedo del pie, los dedos se cuentan desde el centro hacia fuera, a diferencia de los otros dinosaurios terópodos donde el dígito dos se apoya en el suelo, en el Deinocyhus este dedo permanecía levantado. Otros aspectos de la anatomía de este animal, como la cola, revelaban que el Deinonychus usaba este elemento como una verdadera barra de equilibrio, como la de un trapecista. En la cola se extendían las postzigapófisis (articulaciones del arco neural) superpuestas unas con otras formando un vástago rígido. De esta manera el raptor debió tener un equilibrio formidable al momento de caza a sus presas.

En aquel momento, como parte del equipo de terreno se hallaba un joven estudiante de postgrado llamado Robert T. Bakker. Quien más tarde se convertía en el Huxley moderno en la argumentación a favor de la sangre caliente en los dinosaurios y fue quien representó por primera vez, en la segunda mitad del siglo XX a los dinosaurios en posturas ágiles.

El cambio de paradigma ocurre cuando Ostrom pensó en las capacidades energéticas del dueño de aquellas garras. Se dio cuenta que estas garras, al igual que en los gatos, debían mantenerse elevadas constantemente para evitar que rompiera las uñas. Los brazos, largos y terminados en garras debían sostener a la presa mientras el dedo de la pata arremetía y cortaba el tejido blando, todo esto equilibrado por la enorme y rígida cola. Esa característica suponía que la animal debía tener una postura que implicara un gasto metabólico mayor que un reptil cualquiera. Es decir, el animal debía ser como un águila más que un cocodrilo.

Otro aspecto llamativo del hallazgo paleontológico fue la presencia de varios esqueletos semiarticulados de estos Deinonychus que le hicieron suponer a Ostrom que tal vez estos dinosaurios vivieran en manadas, algo impensado en ese tiempo para los dinosaurio los cuales eran concebidos como animales solitarios como la mayoría de los reptiles modernos. La cacería en manada suponía un grado de complejidad social mayor, semejante a los mamíferos.

Ambas consideraciones, tanto la anatomía como la conducta hicieron que los dinosaurios fueran reconsiderados en su totalidad como animales terrestres que tuvieron mucho que decir, por ejemplo en la evolución de los mamíferos (los cuales se habrían originado casi al mismo tiempo que los dinosaurios). La visión que tenemos en actualidad de los dinosaurios como animales ágiles, hábiles, de conductas sociales complejas, de sangre caliente y que pertenecerían al mismo grupo que las aves modernas, se debió a este descubrimiento. Pocas veces en la historia natural, especialmente la paleontológica se dan este tipo de revoluciones científicas.

Referencias

Ostrom, J. H. 1969. Osteology of Deinonychus antirrhopus, an unusual theropod from the Lower Cretaceous of Montana. Peabody Museum of Natural History Bulletin 30: pp. 1-165.

Imagen: Velociraptor, nótese los rasgos anatómicos como la cola rígida y la garra prominente del pie.