Discurso de Francisco Urra en la inauguración de la exposición «Humedales, refugios de vida en peligro»
Del sediento es el clamor,
de la vida su sustento,
brinda al bosque su verdor,
hace al río turbulento.
El alivio del enfermo,
la expiación del pecador,
mejora del campo yermo,
de la mácula borrador.
El refugio de criaturas,
de los humildes proveedor,
del manantial su frescura,
del océano su fragor.
Preciada gota a gota,
ahuyenta la pereza,
carmesí del cuerpo brota,
de los ojos por tristeza.
Bendición trae del cielo,
la nueva vida rebosa,
final del marchito suelo,
el agua la más virtuosa.
.
Buenos días a todos los asistentes, distinguidas autoridades presentes, estimados voluntarios y colaboradores, queridos compañeros funcionarios y colegas investigadores. En mi persona ha recaído el privilegio de darles la bienvenida a la inauguración de nuestra nueva exhibición temporal, "Humedales, Refugios de Vida en Peligro", una exposición que ha resultado del trabajo conjunto de diversas áreas del museo, en cuyo nombre me permito leerles la siguiente reflexión.
El agua dulce es un elemento esencial para la vida y para el desarrollo de nuestra civilización. Todos los organismos vivos conocidos dependen de ella para su subsistencia; sin embargo, sólo una pequeña fracción está disponible, y los humedales son los principales reservorios de este recurso.
Pero un humedal no es sólo tierra inundada; se trata de ecosistemas complejos, cuya composición y estructura permiten el correcto funcionamiento de los ciclos de los nutrientes y en especial del agua. La conjunción del ambiente acuático y terrestre, favorece el establecimiento de incontables especies vegetales, animales y microorganismos, íntimamente relacionados entre sí y con su entorno.
Al mismo tiempo, los humedales generan una serie de beneficios o servicios que pueden ser aprovechados por el ser humano. Por ello, no resulta extraño que nuestra especie siempre se haya asentado cerca de estos ambientes, ya sea para aprovisionarse de agua fresca, alimentos o fibras. En la actualidad, el uso irracional de sus recursos, junto a la contaminación y la alteración del paisaje, están afectando negativamente a estos valiosos ecosistemas, manteniéndolos bajo permanente amenaza, pues nuestra sociedad no ha logrado comprender su verdadero valor.
El primer paso para valorarlos es conocerlos en su real dimensión, como ecosistemas ricos y diversos, de cuya conservación depende nuestra propia existencia como sociedad y como especie, situación que se ve agravada con el cambio climático en algunas regiones del planeta. En este sentido, Chile es un país privilegiado por la extensión y diversidad de estos ambientes, lo que nos brinda una oportunidad única para conocerlos y admirarlos.
Pero no podemos ser meros espectadores y esperar que las cosas mejoren por sí solas. Debemos tomar la iniciativa e impulsar los cambios necesarios para promover la conservación de estos y otros ambientes naturales, asegurando la continuidad de los servicios ecosistémicos de los cuales dependemos. No debemos permitir que la ambición de unos pocos ponga en riesgo la sobrevivencia de ecosistemas enteros y de las comunidades humanas asociadas a ellos. En este sentido, es inconcebible la existencia de zonas de sacrificio; debemos entender que los ecosistemas no funcionan como unidades aisladas, sólo son parcialidades de un sistema mayor al que conocemos como Biósfera, el gran y único ecosistema planetario.
Debemos cambiar nuestra visión extractivista del entorno, no podemos seguir mirando a la naturaleza como una simple fuente de recursos que está a nuestra disposición. Aunque suene utópico, deberíamos aspirar a la sustentabilidad, a pesar de que nuestra propia especie nunca lo ha sido, pues aún no logra frenar el constante incremento de su población. Recordemos que cada uno de nosotros demanda recursos del ambiente, pero estos recursos son limitados y en última instancia se agotan.
En este momento, estamos en un punto de inflexión importante en la historia de nuestra civilización, del que depende no sólo nuestra supervivencia como especie, sino que también la de la mayoría de las especies vivas del planeta. Tenemos las herramientas científicas y tecnológicas para mitigar o revertir los efectos negativos causados por nuestras ambiciones mundanas y nuestra ignorancia. El problema es que lo que sabemos no se condice con lo que hacemos. Los problemas ambientales no se resuelven sólo con buena ciencia, se necesita voluntad política para reconocerlos y afrontarlos. En la medida que contemos con ciudadanos educados, empáticos y ambientalmente responsables, podremos avanzar como una sociedad que se desarrolla en armonía con su entorno. En este sentido, muchos de nosotros coincidimos que la temprana educación en temas ambientales y valores cívicos resultarían primordiales para alcanzar este objetivo.
La nueva exhibición temporal, "Humedales, Refugios de Vida en Peligro", es posible gracias al esfuerzo mancomunado de todos los funcionarios y colaboradores de nuestra institución. Especial mención merecen los investigadores del Área Curatorial, el Área de Educación y el Área de Exhibiciones de nuestro Museo, quienes con mucha dedicación han preparado los contenidos, el diseño y su puesta en escena, con la finalidad de mostrar un humedal en sus múltiples facetas, invitándonos a dejar de verlos como simples reservorios de agua, para comprenderlos y valorarlos como ecosistemas complejos, verdaderos refugios de vida.
Muchas gracias.