El Arte de Tejer: Tejido, Hilado y Técnica... (Parte I)
La leyenda dice que: “Un día, una chiquilla lavaba mote (maíz o trigo cocido y pelado) en el río, llegó un viejo y se la robó; se la llevó pa’ sus tierras. Dicen que le dijo: “Me voy pa’ la Argentina, cuando vuelva yo me tienes que tener toda esta lana hilada”. Se fue el hombre y la niña quedo llorando ¡cuando sabía hilar!, llorando junto al fogón y en eso el choñowe kuzé (el fuego viejo) le habló: “No tienes por qué afligirte tanto, yo voy a llamar a lalén kuzé (la araña vieja)” y le dijo a la chiquilla: “Tienes que hacerlo como yo, mírame y aprenderás a hilar”. Así que pasaron los días, cuando volvió el hombre, las lanas estaban hiladas. Lalén Kuzé todas las noches fue a ayudar a la niña y juntas terminaron el trabajo”. (Montecino, Sonia. Mujeres de la Tierra. Chile, 1984.).
En la Cultura Mapuche, el concepto de lo sagrado, místico y religioso, está muy arraigado en sus vidas y costumbres y esta leyenda que inicia esta nota está vinculada al aprendizaje de la técnica de hilar. Se dice que era tradición colocarles a las niñas recién nacidas hilos de tela de araña en sus muñecas o incluso les deslizaban arañitas por las palmas de las manos para transmitirles los secretos del arte textil.
En el proceso del hilado lo primero que se debe hacer es obtener la lana. Si ésta proviene de la esquila hay que separarla del cuero, pero si proviene de animales silvestres la tejedora igualmente recibe el cuero entero del animal, sacrificado durante la caza, pero en este caso se entierra el cuero en un lugar húmedo durante varios días, para que la epidermis entre en un proceso de descomposición, lo cual permite que al desenterrarlo al tomar el mechón de lana se desprende con facilidad del cuero. Este conocimiento era habitual y se practicó desde Mendoza hasta Perú. Una vez que se obtenía el vellón se separaban las lanas de acuerdo a las zonas del cuerpo del animal según las características y color de sus fibras (lomo, panza y flancos para el caso de la vicuña).
La tejedora toma entre sus manos una guedeja y trata de alinear las fibras en forma uniforme, luego las va colocando en una bolsa o sobre un paño o sobre su delantal. Una vez finalizada esta tarea toma un huso o kulíu en mapudungu, de una longitud variable entre 25 a 45 cm.; este kulíu lleva fijada en su parte inferior una tortera o chinkud en lengua mapuche, luego enrolla los vellones en su muñeca izquierda sujetándolo entre el pulgar y el índice y con la mano derecha tira de la punta para emparejar las fibras, fabricando una mecha del grosor que desea, la que luego ata al huso y con la mano le da un movimiento rotatorio en sentido de las agujas del reloj, como haciendo girar una perinola; con la diferencia que el huso gira en el aire. De este modo produce un hilo lo más largo posible y lo enrolla entre los dedos de la mano izquierda y enseguida lo pasa al kulíu originando un ovillo el cual lo sujeta al palillo al final de lo ya hilado mediante una lazada y repite esta operación cuantas veces lo necesite.
Cuando el ovillo es muy grande lo deja y comienza otro, para lo cual puede usar otro huso con tortera o quitar ésta, para colocarla en otro palillo. El huso con la tortera también se le denomina rueca pero este último término es preferible no usarlo, ya que se tiende a confundir con la rueca de pedal que trajeron desde Europa los españoles. Ésta fue bastante utilizada y cuya denominación correcta es “torno de hilar”.
Una vez que se tienen varios hilos ovillados, viene la etapa de “torcer” ya que los hilos obtenidos corresponden a un hilo de una hebra o “cabo” y para que la lana tenga resistencia y elasticidad, al menos debe tener dos hilos o “cabos”, para esta etapa la tejedora ata al huso dos hilos de una hebra y los hace girar en sentido contrario a las agujas del reloj, logrando un hilo de dos cabos. Cuando se hila en el sentido de las agujas del reloj se dice que está en “Z” porque las fibras remedan la forma de la letra Z, y cuando se tuerce en dirección contraria la lana queda torcida en “S”.
Terminada la etapa de torcido la lana se ovilla y puede guardarse así hasta ser usada en forma natural o sin teñir, pero al contrario, si se desea someterla al teñido (previo lavado), debe ser enmadejada, para lo cual se utiliza el aspahue (aspawe), instrumento que consiste en un palo atravesado por dos varillas colocadas una en cada extremo.
El propósito de este conjunto de notas que se inicia con esta primera parte, es dar a conocer el hermoso arte de tejer e incentivar a las nuevas generaciones a practicarlo y difundirlo, como parte de nuestro acervo cultural.
Para saber más
- Montecino, Sonia. 1984 Las Mujeres de la Tierra. Publicado por CEM-PEMCI, 186 p. Universidad de Virginia. Taranto, Enrique y Jorge Marí
- 2007 Manual de Telar Mapuche. Ediciones Maizal, 160 p. Bueno Aires, Argentina.