Excavaciones Arqueológicas en la Catedral de Santiago V
Como lo incaico no aparece, tenemos que seguir excavando. Vamos en los 2.15 cm de profundidad. Pero, ¿En qué consiste una excavación arqueológica? ¿Por qué no la puede hacer cualquiera? ¿Por qué avanza tan lento? ¿Por qué se requieren herramientas especiales?
Intentaré responder estas preguntas. Toda excavación es una destrucción. Lo que se extrae de un determinado lugar, desaparece. Entonces, de lo que se trata es de documentar lo más detalladamente posible, todo lo que va apareciendo de manera tal de disponer de la mejor información de lo que allí hubo. Se necesita saber exactamente la estratigrafía y la composición de los estratos, los restos producidos por las personas y su distribución, los pisos y locus de ocupación, los rasgos arquitectónicos. Por eso se toman tantas fotos, se graban videos, se elaboran croquis, se dibujan perfiles, se hacen anotaciones en el cuaderno de campo.
Los excavadores tienen que saber todo esto y ser muy cuidadosos. Deben ir bajando con mucha atención para evitar contaminación. Por eso sus cortes son muy verticales y evitan caídas de material de los perfiles. Además, deben estar atentos para no dañar algún resto arqueológico o arquitectónico. Baste con pensar en la fragilidad de un hueso o de una cerámica. Ello explica el uso de herramientas finas como espátulas y brochas, aunque la dureza del suelo, obliga a utilizar también herramientas más duras.
Nuestros excavadores fueron Marco Vargas y David Robles, con mucha experiencia en este tipo de trabajos. Contaron con el apoyo de un estudiante de arqueología que hizo su práctica profesional en el sitio, Stanley Cárdenas y un operario, René Núñez. Siempre hubo un arqueólogo responsable presente y como Jefa de Cuadrilla, Gía Lazzari.
En el caso de la excavación del patio Los Naranjos de la Catedral, por tratarse en su mayor parte de material de relleno, no se pudo seguir la estratigrafía natural. Debió excavarse por niveles de 10 en 10 cm. Todo el material cultural recolectado fue embolsado, etiquetado y enviado al sector de harneado. Cada nivel era fotografiado junto a una pizarra con el nombre del sitio, fecha, nivel y profundidad.
En la próxima nota explicaremos en que consistió el trabajo de harneo y la conservación preventiva que se efectuó en el lugar.