Expedición MNHN a la costa de Purranque (3° parte)
Día miércoles 20 de enero de 2016: continuamos nuestra expedición a la costa de Purranque. Ya habiéndonos instalado la tarde anterior en la escuela, preparamos la salida del día para recorrer la zona costera al norte de Caleta San Pedro, en una travesía que nos llevaría hasta la vecina localidad de San Carlos. Alrededor de las 8 de la mañana, nos encontrábamos en la ribera sur del río, buscando la forma de cruzar. Los pescadores de la caleta habían salido temprano, por lo que el pequeño caserío estaba casi desierto. Tuvimos suerte al encontrar a uno de los vecinos con su bote, quien nos trasladó hasta la otra ribera, donde debíamos buscar el sendero que se interna hacia el norte a través del exuberante bosque costero.
A poco andar por un sombrío y tortuoso sendero, encaramado en las laderas que enfrentan al mar, nos encontramos con un pequeño claro, donde alcanzamos a tener algo de sol, y por primera vez en el día recibimos la desagradable visita de decenas de tábanos. Allí, entre densa vegetación herbácea, descubrimos un pequeño riachuelo que bajaba hacia el mar. Era apenas un hilo de unos pocos centímetros de agua, pero nos ofrecía una muy buena oportunidad para buscar crustáceos, nuestro principal interés durante este viaje. Con una pequeña red, comenzamos a remover sedimento del fondo y de inmediato aparecieron pequeñas criaturas semitransparentes moviéndose entre el fango.
De regreso en el museo confirmaríamos nuestras suposiciones: correspondían al pequeño anfípodo endémico Osornodella gabrielae, que antes habíamos descubierto en la cordillera de la costa frente a Osorno. Estos pequeños crustáceos son endémicos de esta zona del país y son el tercer representante conocido de una extraña familia (Falklandellidae), que hasta hace tres años atrás había sido reportada únicamente de las Islas Malvinas. Más adelante, el sendero se acercaba a la costa, donde pudimos observar otro misterio de la naturaleza. Bajo unos troncos ocultos entre la vegetación, había una inusual agregación de decenas de lombrices terrestres del género Chilota. Los individuos, que mostraban sus clitelos fuertemente desarrollados -signo inconfundible de madurez sexual- estaban entrecruzados sobre un suelo arenoso, probablemente preparándose para la reproducción. Continuando nuestro camino, nos encontramos con una nueva sorpresa: un ejemplar de la hermosa babosa nativa Phyllocaulis gayi, que se movía lentamente sobre el suelo. Esta especie, único molusco terrestre nativo desprovisto de concha que habita nuestro país, tiene forma de lengua, lo que da origen a uno de sus nombres locales, "lengueta". Tiene una hermosa coloración negra y un pie ventral amarillo, algo totalmente distinto a las numerosas especies de babosas introducidas, que también han invadido estos apartados parajes. Ya muy avanzada la tarde, logramos alcanzar el final del sendero, donde pudimos hacer algunas colectas en la playa y en el río de San Carlos. Encontramos allí algunas pulgas de mar (Orchestoidea tuberculata) y más ejemplares de la pancora endémica (Aegla hueicollensis) mencionada en la primera parte del relato.
Poco antes del atardecer iniciamos el regreso, esta vez en una verdadera carrera contra el tiempo, pues debíamos llegar a Caleta San Pedro antes del anochecer. Nos esperaba la interesante tarea de revisar y clasificar las colectas realizadas durante la jornada. Si bien nuestro viaje a la costa de Purranque fue todo un éxito, no podemos evitar pensar en regresar a futuro, sobre todo considerando que el peak de actividad de la biota en esta zona del país ocurre a fines de noviembre o diciembre. Por ahora estamos abocados al estudio de los ejemplares recolectados, lo que sin duda nos permitirá descubrir nuevas cosas interesantes de la fauna de invertebrados de este hermoso lugar.
Pueden leer las dos entregas anteriores sobre esta expedición:
- Nota I
- Nota II