José Tomás Urmeneta y su visita a la reina Pomaré IV.
José Tomas Urmeneta fue un empresario y político chileno que hizo su fortuna a mediados del siglo XIX con la explotación del mineral de cobre de Tamaya, cerca de la ciudad de Ovalle. Con la fortuna lograda en sus negocios mineros, Urmeneta adquirió un yate de lujo con capacidades de navegación interoceánica llamado “Dart”. Este era “un bergantín goleta de tres palos, avaluado en catorce mil pesos, con una tripulación a cargo de un marino inglés, el capitán Elliot” (Nazer 1993:65). Fuera de sus viajes regulares al norte a visitar sus minas, en el año 1859 Urmeneta decidió hacer un viaje a Polinesia en donde recorrió diversas islas incluyendo los archipiélagos de Tahití y Fiji. Allí conoció a la reina Pomaré IV, con la cual intercambió obsequios durante dicha visita.
La reina Pomaré IV fue un personaje histórico muy relevante para el destino político del archipiélago. Ella asumió el trono de Tahití en 1827 a los 13 años, luego de la muerte de su hermano, el rey Pomaré III. A ella le tocó el desafío de enfrentar una cruenta lucha de independencia contra Francia entre 1843 a 1846. Después de aquel conflicto y varias derrotas militares, Tahití pasó a ser un protectorado francés en 1847; sin embargo, Pomaré IV logró mantenerse en el gobierno de Tahiti, continuando su hijo en el poder luego de su muerte en 1877.
Durante el viaje de Urmeneta, este logró entrevistarse con la reina Pomaré IV y obtuvo como intercambio diversos objetos etnográficos, tanto de uso cotidiano como otros de mayor prestigio. Así como muchos otros viajeros y naturalistas aficionados de la época, José Tomás Urmeneta también recolectó ejemplares de flora, fauna y rocas de diversas islas de Polinesia. Al regreso del viaje, Urmeneta decidió donar todos aquellos objetos al Museo Nacional en Santiago, convirtiéndose en una de las primeras colecciones polinésicas que pudieron ser visitadas por el público en Chile.
Dicha colección tuvo gran relevancia para el museo, en donde su director, Rodulfo Philippi destaca sobre todo el valor y el volumen de la colección adquirida. Philippi describía: “Ya en mi informe del año pasado dí cuenta del obsequio preciosísimo que hizo el señor don José Tomás de Urmeneta de los objetos que recogió en su viaje a la isla de Tahiti. Estos objetos llenan casi por sí solo la nueva sala que se abrió en el edificio de las Cajas, pues que desgraciadamente no había lugar disponible en el edificio del Museo”. (Philippi 1861:421). Hay que recordar que para esa época el Museo no estaba en el edificio actual, sino que en un pequeño inmueble en el centro de la ciudad, debiendo utilizar otros espacios como el del antiguo edificio de las “Cajas”, donde actualmente está el Correo central en la Plaza de Armas. La sala habilitada allí fue utilizada exclusivamente para exhibir colecciones etnográficas y arqueológicas, llevando a Philippi a concebir la idea de un Museo Etnográfico como un apartado independiente de la colección de ciencias naturales.
En el siglo XIX, la adquisición de colecciones etnográficas extranjeras sirvió para dar a conocer la diversidad cultural del mundo e internacionalizar el museo. Sin embargo, la visión del “otro” no occidental no estuvo exenta de un enfoque de primitivismo relacionado al evolucionismo social y la visión colonialista de la elite. Hoy estas colecciones adquieren un nuevo sentido, ayudándonos a comprender no solo el patrimonio de las culturas humanas, sino también la historia de nuestro museo.
Tratamiento de conservación y restauración de dos objetos de la colección Urmeneta.
Entre marzo y junio de 2021 se realizó el tratamiento de conservación y restauración de dos de los objetos de la colección Urmeneta: un modelo de canoa doble (Waka Taurua) y un sombrero confeccionado en fibra vegetal. Dichos elementos presentaban una serie de deterioros debido a la propia materialidad de los objetos, como así también a la falta de embalajes adecuados.
El modelo de embarcación fue construido en base a dos troncos de madera ahuecados, a los que se agregó proa y popa, mediante uniones con cuerdas de fibra vegetal. Incluía incrustaciones de nácar y adornos de carey. Originalmente contemplaba dos velas, mástiles y amarras, que con el paso del tiempo se deterioraron y perdieron. Afortunadamente se cuenta con una antigua fotografía que se pudo utilizar como referencia. La embarcación se encontraba separada en dos segmentos, al haberse fracturado los travesaños que unían los dos cascos. Una de las proas se encontraba asimismo separada del resto del casco al haberse fragmentado las ataduras que la mantenían en su sitio.
El tratamiento de conservación consistió en un registro fotográfico previo a cualquier intervención, seguida de una limpieza superficial con agua destilada y acetona, que permitió eliminar una capa de suciedad acumulada por años. La proa fue reubicada en su posición original y fue adherida con Paraloyd B72 al 40%, al igual que los elementos de Carey que se encontraban dispersos. Seguidamente se procedió a unir los travesaños fracturados, mediante finos tarugos de bambú. Dado que se tenían antecedentes que la barca originalmente estaba dotada de velas, se decidió confeccionar una réplica de ellas, tomando como referencia una fotografía antigua y los modelos presentes en otros museos de la Polinesia. De esta forma se logró recuperar el aspecto que en algún momento el objeto tuvo, recuperando así su valor estético y patrimonial.
El caso del sombrero de fibra vegetal con aplicaciones de seda, fue notablemente más complejo, ya que la fragilidad del material lo hacía muy difícil de intervenir. Estaba superficialmente cubierto por una capa de polvo adherido, por lo que fue necesario su eliminación por medio de agua destilada aplicada en mínima cantidad con torundas de algodón. Dicha actividad fue necesaria repetirla al menos tres veces, para poder retirar dicha capa y apreciar el aspecto natural de la fibra vegetal. Paralelamente se aplicó peso en toda el ala del sombrero para que el conjunto recuperara su forma plana. Para el caso de la copa del sombrero, fue necesario confeccionar una horma de Ethafoam para poder recuperar su forma. Debido al gran número de faltantes que presentaba el trenzado de fibra vegetal, se realizó su consolidación con Paraloyd B72 y papel Tissue, logrando armar la estructura, pero dejando múltiples lagunas de color blanco que desviaban la correcta lectura del objeto. Por lo mismo, y debido a la gran cantidad de restos de fibras que se encontraban desprendidos, dentro de su embalaje, se consideró su empleo, adhiriéndolo ordenadamente de la misma forma que ocupaban en el trenzado. Dada la frágil condición que presentaban los adornos de tela de seda, no fue posible realizar una limpieza en húmedo y menos en forma mecánica, ya que el sustrato simplemente no resistía. Por ello, se prefirió consolidar toda la tela con una solución de Paraloyd B72 al 5% en acetona.
De esta forma se logró recuperar estética y materialmente, dos objetos de esta colección, los cuales son relevantes testimonios de una época pasada, que aún siguen cumpliendo una función patrimonial de difusión y de recurso de investigación.
Objetos en exhibición
Parte de dichas colecciones procedentes de la colección Urmeneta están actualmente en exhibición en la vitrina del objeto destacado de nuestro museo. Desde ahora hasta mediados de septiembre, el visitante podrá apreciar la siguiente selección de objetos:
Waka Taurua (casco original y réplica de velas)
Embarcación ceremonial de doble casco, los cuales van en sentido opuesto y unidos por el centro. Este modelo a escala está profusamente adornado con nácar y carey. Las canoas polinésicas impulsadas por el viento fueron fundamentales en el poblamiento de las islas del Océano Pacífico.
N° inventario 5941, procedencia: Tahití (colección Urmeneta).
Totokia o maza de guerra
Maza de guerra utilizada en Fiji, la cual también era un símbolo de estatus. Su extremo representa el fruto del árbol Pandano.
N° inventario 5365, procedencia: Isla de Viti, Fiji (colección Urmeneta).
Sombrero de mujer
Sombrero de fibra vegetal trenzada y enrollada. A modo de adorno, presenta un encintado de seda de colores y encaje, denotando influencia europea en su estilo.
N° inventario 5457 procedencia: Tahití (colección Urmeneta).
Mesa de molienda (papahia) y mano de moler (penu)
Esta mesa fue confeccionada de un solo bloque de madera y presenta anchos soportes. Servía para triturar taro, plátano y el fruto del árbol del pan, para lo cual se utilizaba una mano de moler. Son similares a los asientos utilizados por la nobleza o personas de alto prestigio, pero se diferencian por el espesor y forma de su cubierta. N° inventario 5484 (papahia) procedencia: Tahití (colección Urmeneta); 5482 (penu) procedencia: Tahití (sin información de colección).
Referencias
Philippi, Rodulfo. 1861. Museo Nacional. Su estado i adquisiciones, según informes de su Director. Anales de la Universidad de Chile, Santiago.
Nazer, Ricardo. 1993. José Tomás Urmeneta (1808-1878): un empresario minero del siglo XIX. En: Ignacio Domeyko, José Tomás Urmeneta, Juan Brüggen: tres forjadores de la minería nacional. Editado por Julio Pinto, Javier Jofré y Ricardo Nazer. Instituto de Ingenieros de Minas de Chile, Santiago.