La abejita silvestre "verde esmeralda" de la Quinta Normal, vuelve al antiguo sitio de anidación
Corynura (Callistochlora) chloris, (Spinola 1851) es una pequeña abeja de reluciente verde metálico, con ojos sin pelos sobre las facetas, rasgo este último que las distingue de otras abejitas verdes algo más opacas que también insisten en compartir los sitios urbanos con los humanos del siglo XXI. Las costumbres de las hembras de esta especie llamaron la atención de Claude Joseph, un joven naturalista francés, en ese entonces sacerdote, quien en 1926 publica observaciones biológicas preliminares acerca de los nidos de varios de hymenópteros, mencionando en ellos haber colectado esta especie en sitios en los alrededores del Colegio en que residía en las proximidades de la Quinta.
Como entomóloga no pude dejar de advertir la presencia de estas abejitas en los alrededores del Museo, cada periodo estival desde la mitad de los años 60. Muchísimo más tarde al final de los 90, intrigada por descubrir con protocolos de investigación modernos más detalles del ciclo vital de ellas, propuse su investigación a un joven tesista aspirante a entomólogo, con quien llegamos a desarrollar un detenido estudio, especialmente de los nidos, ubicados en el suelo de ciertas áreas restringidas del Parque Quinta Normal.
El comienzo de la excavación preliminar del terreno, sin embargo sufrió un grave retroceso cuando el sitio de localización de las salida de los nidos subterráneos fue arrasado un fin de semana por el rastrillo de diligentes jardineros que además cubrieron el lugar con una espesa capa de gravilla. Las pequeñas abejas que enjoyaban con su presencia el piso entre la hojarasca, dejaron prontamente de presentarse ante la imposibilidad de encontrar las entradas de sus nidos. Solamente después de un minuciosa búsqueda la siguiente primavera, pudimos reencontrar a las laboriosas hembras animando otro gran rectángulo de suelo cercano a una avenida peatonal. Desde entonces durante un año dedicamos un día a la semana a estudiarlas concienzudamente.
Trascurrido unos pocos años, otros avatares paisajísticos ahuyentaron nuevamente la crianza de estas abejitas autóctonas quienes ya no volvieron a alegrar con sus vuelos las ráfagas estivales que barrían a ras del suelo los cráteres de tierra indicadores de su excavación al interior de los nidos. El presente año, cuando las intervenciones paisajísticas desarrolladas en la Quinta parecían haber incidido en cambios mucho más profundos, la esperanza de que la población de la "abejita verde esmeralda" residente marginal de los jardines, hubiera podido subsistir parecía muchísimo mas más improbable.
Por eso cuando mi colega entomólogo me contó de un primer avistamiento, me apresuré en acudir y allí justamente en el mismo sitio de la excavación preliminar fracasada hace 13 años atrás, encontré que la gravilla había quedado sustituida por un suelo de tierra en el que sin duda distinguí las inconfundibles aberturas de los nidos de fin de temporada acogiendo a unas pocas abejitas verdes rezagadas. Entonces no puedo más que celebrar, el hecho de que no obstante el peligro de la creciente urbanización, la Quinta Normal todavía sea un enclave privilegiado para que se refugien las poblaciones de insectos silvestres como este, en la Región Metropolitana.