Las hachas de mano de Somalia en la colección del MNHN
Corría el año de 1896 y en Somaliland, la actual Somalia regida entonces como colonia británica, el soldado y explorador Heywood Walter Seton-Karr había realizado un hallazgo que cambiaría la perspectiva científica sobre el origen de la humanidad. Hacia fines del siglo XIX la teoría de la evolución de Darwin poco a poco había logrado establecerse como la explicación predominante del cambio biológico en las especies en contraposición al creacionismo, dando cabida también a la búsqueda del origen del ser humano como especie. Asimismo, fue a partir de los hallazgos realizados en el valle de Neandertal en Alemania en 1856 (tres años antes del lanzamiento de la teoría de Darwin), que se comenzó a tener conciencia que existieron especies de homínidos extintos que habitaron en el pasado, si bien la explicación de su cambio y extinción fueron parte de un largo debate intelectual.
Además, en el siglo XIX comienzan a desarrollarse los principios modernos de la geología gracias a Charles Lyell y sus estudios sobre estratigrafía, lo cual permitió entender que nuestro planeta tenía una larga historia de cambios y transformaciones, dando así el marco cronológico a los procesos de selección natural propuestos más adelante por Darwin. Del mismo modo, durante esta época en Europa surge un interés por el estudio de artefactos de piedra hallados accidentalmente en diversas excavaciones, lo cual permitió que se comenzaran a crear las primeras clasificaciones evolutivas de objetos tecnológicos, en donde según lo planteado acríticamente en tal época, todas las civilizaciones debían pasar por estadios de desarrollo similares, yendo desde el uso de la piedra tallada, a la piedra pulida y luego a los metales. Si bien el evolucionismo científico europeo en su componente social generó un fuerte apoyo ideológico al proyecto colonial de dicho continente al calificar los pueblos no-occidentales bajo una noción de primitivismo, dichos estudios permitieron también establecer los principios de la evolución biológica de nuestra especie, además de establecer las primeras asociaciones cronológicas de artefactos prehistóricos. Dado los hallazgos realizados en Europa y Asia relacionados a lo que se denominó como el Paleolítico (la primera edad de los artefactos de piedra), había un consenso general de que el origen de la humanidad debía estar probablemente en dichos continentes. Sin embargo, a fines del siglo XIX, esa visión estaría por cambiar.
Volviendo a la figura de H.W. Seton-Karr, lo relevante de sus expediciones e interés por el pasado, es que lo llevaron a descubrir que en África existían artefactos de piedra muy similares a aquellos hallados en Europa y Asia, lo cual daría cuenta de una uniformidad en el origen de nuestros antepasados. Las "hachas de mano" encontradas por Seton-Karr en Somalia durante sus exploraciones de canteras prehistóricas, fueron una de las primeras evidencias paleolíticas en el continente africano, cambiando así el eje de atención a los estudios sobre la evolución humana y dando pie a que futuras investigaciones lograrán determinar que su origen se situó en dicho continente. Es posible que dichos artefactos hayan sido utilizados por los antiguos homínidos para cortar carne y huesos, trabajar la madera o bien para cavar en busca de raíces y tubérculos, ayudando así al éxito evolutivo de nuestro linaje ancestral. Gracias a las investigaciones contemporáneas, hoy se sabe que este tipo de artefactos se asocia a los primeros homínidos que utilizaron herramientas, específicamente a partir de la especie homo habilis durante el periodo Olduviense (2.6 - 1.7 millones de años atrás). Si bien a través del tiempo surgieron nuevas tecnologías líticas con las siguientes especies de homínidos, es destacable el hecho de que las hachas de mano africanas continuaron en uso hasta casi unos 40.000 años atrás con el ser humano moderno.
Seton-Karr intercambió y donó sus colecciones a muchos museos del mundo incluyendo entre otros el Museo Británico, Museo de Australia, Museo Pitt-Rivers, Museo Arqueológico Nacional de España, Museo de Bristol y también por supuesto nuestro Museo Nacional de Historia Natural. De hecho, y según consta en nuestros archivos, H.W. Seton-Karr visitó a Ricardo Latcham aquí en el MNHN el día 14 de septiembre de 1934, momento en el cual procedió a realizar la donación de una colección de hachas de mano paleolíticas, del mismo tipo de aquellas que cambiaron la historia de la investigación arqueológica en cuanto al estudio de nuestro origen como especie. Si bien no tenemos una datación concreta sobre esta colección, estas reflejan un patrón tecnológico de larga data y son una de las colecciones más antiguas que poseemos en el área de Antropología del MNHN.
La colección Seton-Karr del MNHN y su estado de conservación
La colección presente en el área de antropología del MNHN corresponde a un conjunto de 24 herramientas líticas de diferente formato. Están confeccionadas a partir de cantos tallados, a los cuales se les dio forma mediante percusión, generando filos para el corte o puntas para la perforación. La mayoría está conformada por rocas ricas en cuarzo granulado u óxido de silicio, que corresponde al mineral más común y resistente, presente en la corteza terrestre. Dicha característica ha permitido que estas herramientas hayan sobrevivido hasta nuestros días sin presentar mayores deterioros.
No hay antecedentes sobre si esta colección se mantuvo en exhibición o siempre permaneció en depósito. Lo cierto es que por muchas décadas fueron almacenadas en conjunto en una caja de cartón y en algún momento se protegieron con bolsas de plástico transparente que le otorgaron un grado de aislación a las fluctuaciones medioambientales y ayudaron a evitar desgaste por el roce entre ellas. Así también se puede distinguir antiguos rótulos de papel adheridos a la superficie que indican el origen de la colección: "SOMALILAND SETON-KARR". Dichas etiquetas han sufrido la acción de la radiación lumínica y el texto se encuentra desvanecido. También están presente los números de inventario del MNHN que fueron escritos directamente sobre la roca con tinta de color negro. Una última intervención corresponde a un rótulo de cartulina escrito a máquina con mayor información de la herramienta y su origen, el cual se encuentra unido por medio de un hilo de algodón de color blanco, el que fue adherido con pegamento a la superficie de la pieza.
Afortunadamente, la propia resistencia del material constitutivo y el cuidado en su almacenaje, no ha dado lugar a deterioros importantes, conservándose de muy buena forma. El ambiente más bien seco del depósito de colecciones ha evitado alteraciones podrían haber degradado el material. Sin embargo, se aprecia un ligero oscurecimiento del color, el cual se debe a la presencia de una capa de suciedad y grasa producto de la acción de polvo en suspensión y manipulación que sufrió esta colección durante parte su vida en el museo. Hay que pensar que dicha colección ha permanecido en el inmueble por casi cien años, viviendo épocas difíciles en las cuales no siempre se contó con materiales para preservar las colecciones las que fueron cuidadas gracias al esfuerzo de sus abnegados custodios.
Afortunadamente hoy se cuenta con financiamiento para adquirir materiales de conservación, por lo que se ha podido mejorar la forma de embalar las colecciones y hay nuevas metodologías científicas que facilitan la conservación del patrimonio presente en el MNHN. Es así como se ha programado un trabajo de recuperación y puesta en valor de la colección de herramientas de piedra de Seton-Karr, las cuales son un importante referente en la arqueología mundial, tanto por su antigüedad como en relación a la historia de la disciplina. El tratamiento consiste en la limpieza superficial, mediante medios mecánicos y empleo de solventes muy diluidos, aplicados en pequeños cuadrantes de la superficie de la piedra. El rótulo de papel adherido no fue retirado y se le realizó una limpieza en seco, de igual forma se actuó con el número de inventario. El rótulo de cartulina escrito a máquina y unido por un hilo y adhesivo, se decidió retirar pero no desecharlo. Para ello se procedió retirar el adhesivo empleando compresas de algodón y acetona de 95°. Como resultado de la eliminación de la capa de polvo y grasa, se obtuvo una superficie de aspecto más brillante y cristalino, apreciándose de mejor forma el aspecto original de la roca. Para mejorar las condiciones de almacenaje y manejo de esta colección, se confeccionaron cajas individuales para cada herramienta, dotadas de una capa de espuma de Polietileno inerte, cubierto a su vez por un film de Tyvek. Dichas cajas van a su vez ubicadas en un contenedor mayor, que facilita su orden y almacenamiento en el depósito de colecciones. Las piezas que conforman esta colección fueron fotografiadas y junto con los nuevos datos obtenidos, se ha podido enriquecer la información que se tenía de ellas en la base de datos del MNHN.
Este es tan sólo un ejemplo del trabajo que se realiza en la colecciones del Museo y que tiene como fin optimizar sus condiciones de conservación, además de obtener nuevo conocimiento, para ponerlo a disposición de las nuevas generaciones.