Libro: Cuando el desierto florece
Estimadas autoridades, botánicos, colegas, amigos y familiares:
Es un honor para mí hacer la presentación del Libro Flora Silvestre de Chile: Cuando el desierto de Florece: Volumen 1 Monocotiledoneas y otros taxones, de los autores Adriana Hoffmann, John Watson y Ana Rosa Flores, con ilustraciones de Andre Jullian, Francisco Ramos y Constanza Obach Granifo
Este libro ha sido creado por tres seres excepcionales. Tres personas que escapan a la normalidad, cada uno con dimensiones diferentes, desde la forma como han vivido la vida, cada uno con historias distintas, que se han unido en torno a un interés en común, la flora silvestre de nuestro singular país.
Me voy a referir a cada uno de los autores primero y luego sobre el libro. El primer ser excepcional es Adriana Hoffmann de quien admiro la libertad y su perseverancia, para perpetuar en libros su amor por la flora que crece en nuestro país. Ha sido nombrada como botánica, ecologista, ambientalista. Sin embargo, Adriana no será recordada como luchadora contra los taladores de bosques, ni por todos esos términos con la cual la califican, ella será recordada por los libros de Hoffmann; ella ha sido quien ha acercado la botánica a los estudiantes, a la gente común, pero también a los propios botánicos, debido a que sus libros son guías de terreno, son adquiribles, y tienen excelente contenido.
Cuando se publicó el primer libro de Adriana Hoffmann, yo aún era alumna de pregrado, y como pude me hice de su libro. Me gustaron mucho las ilustraciones; en ese entonces no había ningún otro volumen de este formato sobre la flora de Chile, era único. En la actualidad se han publicado muchos otros libros con fotos de excelente calidad, pero ahora como profesora, yo sigo ocupando todos los libros de Adriana, aún los considero únicos.
También admire a Adriana Hoffmann cuando en un congreso en Valdivia, en la fiesta de clausura, en los años 80 bailó a pies pelados con Ivan Benoit, en realidad la envidié, no me atreví a sacarme los zapatos.
John Watson es el segundo ser excepcional, autor de este libro, taxónomo botánico. John es un señor que lo veo llegar desde hace muchos años, en compañía de Ana Flores, al Herbario del Museo Nacional de Historia Natural. John es un libro parlante, su memoria es asombrosa. En cierta ocasión le pregunté por la descripción de una especie en particular, él me dijo: "En la revista tanto, volumen tal, página 54 está la descripción y a la vuelta de la página se encuentra el dibujo", se queda pensando, duda y luego dice: "esa revista está en la biblioteca tal".
Sus publicaciones respecto de la taxonomía son innumerables, sabe de todas las especies, es erudito en todo, y trabaja como caballo con anteojeras para el no existe el tiempo, excepto cuando hay fútbol. Él es inglés, pero se enamoró de la flora de Chile y de una chilena.
La tercera persona excepcional es Ana Rosa Flores Quiroz. A ella la conozco de joven, hace más de 30 años. Se tituló de la Universidad de Chile, sede La Serena, con una revisión del género Puya de la Región de Coquimbo. Anita nació botánica, ya en Segundo Medio recolectaba plantas y las herborizaba, para dejarlas depositadas en nuestro herbario. Ana lleva una larga lista de publicaciones en taxonomía de plantas nativas, sube y baja cerros en busca de ellas, consigue a amigos que la apoyen en estas excursiones, que hace junto a John.
Recuerdo haber visto llegar al Área de Botánica del museo, a una morena con tacos y de pollera floreada y muy amarrada a la cintura, que se sumía en el Herbario. Ella era Ana Rosa Flores. Anita es "esclava" de las plantas nativas, de las de su jardín y también de los picaflores a los que alimenta. Su vida es muy rica y a la vez de una sencillez extrema, que me encanta y que seguramente enamoró a John.
Anita y John son una pareja sin igual, sólo digna de admirar.
Estos tres seres excepcionales han pasado su vida trabajando con las especies nativas de Chile. Y han plasmado su amistad colaborativa no solo en este libro.
Ahora les comentaré sobre el libro:
Este es un libro que se necesitaba. Habla de las monocotiledoneas del desierto de Chile, éstas son las que conocemos como añañucas, huillis, liuto, huilmo, etcétera; por lo general tienen elementos florales múltiplos de 3.
"En realidad los libros hablan por sí mismos", sin embargo, es un agrado analizarlo, diciendo que contiene las descripciones de las especies involucradas, sustentadas en dibujos de eminentes dibujantes como André Jullian y Francisco Ramos.
Me gustó mucho que en este libro integraran algunas fotografías, las justas, para no opacar las ilustraciones que son otro plus de los libros de la Hoffmann.
Es muy lindo leerlo.
Tiene una presentación de nuestro amigo Patricio Novoa, muy interesante; luego el prólogo de don Agustín Edwards sobre el desierto: dice que la palabra desierto significa olvidar, y explica como nuestro desierto rebasa de vida cada cierto tiempo.
Puedo decir al respecto que nuestro desierto es costero, porque prácticamente todo chile esta cayéndose en el mar, entonces esto lo hace especial, y esto lo recrea muy bien la poesía de Oscar Castro sobre el desierto florido, que contiene este libro. Hay varias lecturas muy agradables. Sobre clima y el fenómeno del niño, su influencia en las floraciones y vegetación del desierto.
Me llamó la atención la historia del desierto, desde su descubrimiento; cuenta la llegada de Pedro de Valdivia al Valle del rio copiapu, él reportó la presencia de varios animales, entre esos Tarucas (es el huemul del norte) en este Valle, hoy sólo están en la región de Tarapacá por sobre los 3.000 metros muy lejos de aquí, hoy es una especie en Peligro.
Cuenta este relato que las primeras colectas realizadas en el desierto fueron hechas en el siglo XVII y siglo XVIII, por Hipólito Ruiz y Jose Pavón; Gay fue el primer naturalista que viaja a esta zona, en su primer viaje se dedica a las cactáceas porque no era año de desierto florido así es que no había mucho más que cactus, luego vuelve en 1840 y puede conocer y estudiar el grandioso espectáculo que le ofrece este mismo lugar, Gay describe muchas especies nuevas en la Historia Física y Política de Chile.
Posteriormente viaja Philippi en 1953-54 y pública sus hallazgos en el libro Viaje al Desierto de Atacama.
Carlos Reiche lo hace en 1960 y sus descubrimientos están en Estudios Críticos de la Flora de Chile, luego de ellos han venido muchos botánicos de renombre y todos descubriendo especies nuevas y maravillándose cada vez con el desierto florido.
Y este libro es el último aporte sobre el desierto:
Aquí tenemos actualización de nombres de las especies, por ejemplo no existen más las Rhodophialas en chile porque ahora se llaman Myostema. Describen detalladamente, lo que hace diferente una especie de otra, de las 310 taxas contenidos aquí.
Destacó el género Alstroemeria y el género Puya.
Para terminar:
Este nuevo libro de Hoffmann, de todas maneras lo deben llevar en su próximo viaje al desierto florido, el que ya está, vivo de colores.
Muchas gracias