Matriarcados insectiles
Los insectos son organismos sexuados, existiendo individuos hembras y machos en cada especie. Sin embargo, las hembras de algunas especies pueden reproducirse sin tener que recurrir a su contraparte masculina. Este fenómeno se conoce como partenogénesis, donde hembras vírgenes son capaces de generar progenie.
Para entender su mecanismo, es necesario recordar algunos conceptos biológicos básicos. Se sabe que la información genética de cada célula (los genes), está contenida en segmentos de ADN llamados cromosomas. En la mayoría de los animales, cada célula corporal (células somáticas) tiene dos juegos de cromosomas (células diploides), uno de herencia materna y otro de herencia paterna, mientras que los gametos (óvulos y espermatozoides), sólo tienen un juego (células haploides). Por lo tanto, en las células somáticas, los cromosomas se presentan en pares. En nuestra especie, las células somáticas contienen 46 cromosomas, o sea 23 pares, de los cuales 22 pares son cromosomas autosómicos y un par es sexual, pues determina el sexo del individuo. Los cromosomas de cada par autosómico son homólogos, es decir, son similares en tamaño y forma. En las mujeres el par de cromosomas sexuales también es homólogo, XX (condición homogamética), pero en los varones hay un cromosoma X y un pequeño cromosoma Y (condición heterogamética o XY).
En los insectos, también los cromosomas se presentan en pares, pero en uno de los sexos, el par sexual es heterogamético (XY) o bien está representado por un sólo cromosoma (X0). En los machos de muchos insectos hay sólo un cromosoma X, mientras que en la hembra hay dos. La excepción a esta regla está en Lepidoptera (mariposas y polillas) dónde la hembra es heterogamética.
En Hymenoptera (abejas, avispas y hormigas), los machos son haploides, es decir sólo tienen un juego de cromosomas, y por lo tanto sólo un cromosoma X, pues se originan de huevos no fecundados. Las hembras en cambio son diploides (tienen un par XX), pues provienen de huevos fecundados. Este tipo de partenogénesis se conoce como arrenotoquía. Entonces en una colmena, todas las abejas obreras son hembras, siendo machos los zánganos.
Otro tipo de partenogénesis es la telitoquía, en la cual se desarrollan hembras y machos a partir de huevos no fecundados. La producción de una hembra envuelve la restauración de la condición diploide a partir de la fusión de dos núcleos haploides durante la producción de óvulos, mientras que la del macho involucra la pérdida de un cromosoma X. Este tipo de partenogénesis es común en pulgones y ciertas avispas galícolas.
La producción de machos o hembras está determinada por las condiciones ambientales a las cuales están sometidos los individuos. En los pulgones (familia Aphididae), durante la primavera o el verano es posible observar numerosas colonias aglomeradas en brotes y hojas. Pues bien, todos aquellos individuos son hembras nacidas por partenogénesis. Cuando la colonia ha crecido lo suficiente, aparecen hembras aladas que migran hacia nuevas plantas para continuar reproduciéndose, partenogénicamente, por varias generaciones. En zonas con inviernos muy fríos, al final del verano se originan, también por partenogénesis, machos y hembras alados, que migran a hospederos invernales para aparearse y poner huevos. En la primavera siguiente, de los huevos nacen hembras que continuarán reproduciéndose por partenogénesis. De este modo, en regiones con climas favorables, en muchas especies de pulgones prácticamente no se conocen los machos.
En los insectos, así como en los demás seres vivos, el rol de las hembras es esencial para la sobrevivencia y la perpetuación de la especie, y en algunos casos, sin contar más que con ellas mismas.