Monte Verde: Un día en uno de los sitios arqueológicos más antiguos de América
Aquel niño estaba impaciente por la cena. Ya sentía el olor de la carne, la que probablemente vendría acompañada con algo de cochayuyo y luche. Y es que no todos los días se podía conseguir carne de gonfoterio, un animal que era como un elefante y del cual mucha gente podría alimentarse si se daba la suerte de encontrar alguno. De todos modos siempre había posibilidad de degustar moluscos y peces que se podían acompañar con algunas papas silvestres a las brasas. A él no le gustaba mucho comer moluscos porque un día le cayeron mal. Sin embargo, sus padres le prepararon ese día un pequeño manojo de yerbas medicinales trituradas para que masticara y así después de unas horas ya se pudo sentir mejor. El boldo era amargo en sabor, pero era un buen remedio y había que obedecer.
A pesar del frío y fuerte viento que hacía afuera, la casa donde vivían era cálida si uno se acercaba al fuego. Las pieles del techo mantenían una buena temperatura y eran eficaces contra la lluvia; otra piel servía de cama y entregaba abrigo por la noche. En la casa las cosas no se hacían solas y había que ayudar a los mayores. A él se le había asignado hacer el trenzando de juncos para hacer cordeles. Sin embargo, secretamente su tío ya le estaba enseñando a tallar piedras para hacer herramientas cortantes, lo cual era algo que él quería aprender desde ya para ayudar a los más grandes de la casa en sus expediciones. Su meta era fabricar una de aquellas largas y filosas puntas de lanza, pero aún era muy temprano para aquello; algún día le llegaría la hora de aprender. La vida era un poco solitaria. Fuera de su familia inmediata que era de como unas 20 personas, él no había visto a nadie más. Sus padres le contaban que a lo lejos vivían otras personas, pero sólo los verían más adelante algún día cuando fueran a explorar nuevas tierras. El territorio era inmenso y quedaba aún todo un mundo nuevo por descubrir.
Aquellos eventos ocurrieron hace mucho, mucho tiempo… ¡hace 12.500 años atrás! Estamos hablando de uno de los primeros grupos humanos que poblaron nuestro continente americano, los cuales probablemente se desplazaron a lo largo de la costa del Pacífico y desde ahí se distribuyeron por todo el continente. Y es que nuestros primeros antepasados vinieron de Siberia, quizá en múltiples oleadas, en una época en que se podía caminar hacia Alaska gracias a un nivel del mar más bajo y la creación de un puente de hielo durante la última glaciación. Cuando el clima cambio los glaciares se derritieron y el nivel del mar subió. Es por ello que quizá haya muchos otros sitios arqueológicos del poblamiento temprano hoy bajo el mar.
El sitio de Monte Verde fue descubierto accidentalmente en 1975 cuando unos campesinos haciendo un camino de carretas encontraron un molar de gonfoterio y luego informaron de su hallazgo a la Universidad. El arqueólogo norteamericano Tom Dillehay se hallaba en la zona y reconoció la importancia del descubrimiento, comenzando una investigación sistemática a partir del año 1977 hasta la actualidad. Gracias a su trabajo junto al geólogo chileno Mario Pino, han hecho que este sitio haya saltado a la fama nacional e internacional.
El descubrimiento de Monte Verde cambio muchos paradigmas. Primero, se tenía considerado que no había una presencia humana en el continente más antigua que unos 11.200 años. Esta presencia estaba caracterizada por la cultura “Clovis” de Norteamérica, llamada así por un sitio arqueológico de Nuevo México, USA. Las puntas de lanza de este grupo se han hallado en gran parte de Norteamérica y se pensaba que a partir de Clovis derivaban todas las demás poblaciones que habitaron las Américas. Este “paradigma” fue muy difícil de romper y muchos arqueólogos negaban ciegamente cualquier evidencia que indicase que hubiese algo más antiguo. Para Tom Dillehay no fue fácil que le creyeran. En efecto, le tomó 20 años de perseverancia, hasta 1997 en que un panel de expertos internacionales se reunió en el sitio, lo analizó con calma, y finalmente decidieron que el paradigma Clovis había muerto y Monte Verde era el nuevo rey.
Un segundo paradigma importante que Monte Verde cambió, fue la noción de que nuestros antepasados eran grandes cazadores de megafauna cuya dieta era casi totalmente carnívora. Como en otros sitios sólo se conservaban los artefactos de piedra como lanzas, cuchillos y raspadores, se pensaba que la principal actividad era la cacería. De hecho, Monte Verde nos hizo entender que sus habitantes conocían muy bien su entorno silvestre y tenían un avanzando conocimiento de las hierbas medicinales de la zona. También ellos consumían algas, moluscos y tubérculos silvestres. Esta dieta “de amplio espectro” como la llaman los arqueólogos ha cambiado la forma de entender el modo de vista de nuestros primeros antepasados y su relación con el medioambiente.
Todo lo anterior fue gracias al increíble grado de conservación de los restos vegetales en Monte Verde. Los restos de vivienda de madera, pieles y vegetales se conservaron en estado excelente gracias a la humedad y falta de oxígeno producida por la cubierta de turba que selló el sitio. Incluso se conservaron 3 pisadas humanas! Las tres pisadas humanas más antiguas de América.
Este 2017 se cumplen 40 años de investigaciones en Monte Verde, pero aún queda mucho más por investigar, conocer y difundir a la comunidad sobre este notable sitio arqueológico, el más antiguo conocido hasta hoy en el continente americano. En efecto, las últimas investigaciones arqueológicas en la zona han hallado nueva evidencia de ocupación humana con fechas de 14.500 años atrás, dando cuenta que por varios milenios múltiples grupos de cazadores recolectores habitaron este territorio. Vemos así que aún queda mucho más por descubrir, y es tarea de todos el preservar tan valioso patrimonio.
Referencias
Dillehay, Thomas
2000 The settlement of the Americas: a new prehistory. New York: Basic Books.
Dillehay, T. D., Ramirez, C., Pino, M., Collins, M. B., Rossen, J., & Pino-Navarro, J. D.
2008 Monte Verde: seaweed, food, medicine, and the peopling of South America. Science, 320(5877): 784-786.
Dillehay, T. D., Ocampo, C., Saavedra, J., Sawakuchi, A. O., Vega, R. M., Pino, M., & Hartmann, G. A.
2015 New archaeological evidence for an early human presence at Monte Verde, Chile. PloS one, 10(11).
Meltzer, D. J., Grayson, D. K., Ardila, G., Barker, A. W., Dincauze, D. F., Haynes, C. V. & Stanford, D. J. 1997 On the Pleistocene antiquity of Monte Verde, southern Chile. American Antiquity, 62(4):659-663.