Plantas plásticas y árboles caídos, ¿habitantes invisibles de Santiago?
Luego de la última nota de abril acerca de la Capacitación de Flora y Vegetación de Chile en la Biblioteca Abate Molina, quiero compartirles un tema que va más allá de la taxonomía, las colecciones biológicas y la diversidad de plantas, pero que nos vincula directamente como ciudadanos ante la silenciosa y gradual incorporación de plantas plásticas en nuestro entorno urbano y la aún más sorprendente indolencia que manifestamos ante los árboles caídos o tendidos en veredas, luego de eventos urbanos desafortunados o simplemente por debilitamiento por condiciones de estrés hídrico y térmico, como sucedió durante las olas de calor del verano pasado.
En este sentido, es usual que durante nuestros trayectos diarios dentro de la ciudad, observemos que el comercio frecuentemente instala plantas para hacer más acogedora nuestra compra o estadía mientras disfrutamos de una pausa. En este caso, y al observar detenidamente, es posible darse cuenta de que en muchas ocasiones las bellas plantas que se exhiben desde maceteros, jardineras o decoraciones ¡son nada más ni nada menos que de plástico!, las que representan además una interesante diversidad que va desde helechos a enredaderas o trepadoras, suculentas y cactáceas (Figura 1). Ante esta situación no dejo de pensar en la imperiosa necesidad que existe a nivel país y mundial por poseer más vegetación natural en las áreas urbanas. Además de capturar dióxido de carbono (CO2) y liberar oxígeno (O2), interceptan material particulado de la contaminación, regulan la temperatura de su entorno al producir sombra y absorber parte del calor del ambiente, como también otorgar refugio a aves e insectos.
En el segundo caso, al observar la vegetación urbana en veredas, jardines y en espacios públicos de todo tipo, en algunas ocasiones es posible ver ejemplares de árboles muertos en pie, doblados o tumbados sobre el pavimento, donde todas(os) pasamos por el lado o por arriba, sin considerar que es un "cuerpo" conformado por moléculas orgánicas como celulosa, hemicelulosa y lignina, y que como tal, debiera comenzar con su proceso de descomposición por microorganismos como hongos degradadores de la madera, proceso que permite reincorporar los nutrientes contenidos en él, al ciclo de la materia y energía. En este punto me detengo a pensar, si hubiera sido el cuerpo de un animal ¿tendríamos la misma reacción? Quizás hasta nos causaría una molestia por que la descomposición animal produce olores y fluidos desagradables, lo cual no sucede en los árboles. Es probable que por esta razón, no nos causa mayor preocupación y quedan esperando hasta que el servicio municipal los retire.
En el caso de las plantas plásticas, debemos reflexionar considerando la evidencia científica actual y los esfuerzos nacionales e internacionales que apuntan a reemplazar o disminuir radicalmente el uso del plástico por sus efectos negativos al medioambiente, por lo que se debiera optar por vegetación natural (y de preferencia nativa) para uso ornamental, lo cual también es necesario para tener una mejor calidad de vida en las ciudades. Es posible que tener plantas plásticas ahorre tiempo de dedicación por parte de quienes las prefieren (ya que no requieren de riego, fertilización y poda), pero es posible que cuando pase la temporada, puedan reemplazarla por otra diferente a bajo costo y mantención, desechando la anterior y generando aún más residuos plásticos. En el caso de árboles muertos en pie, doblados o tumbados sobre el pavimento estos se debieran considerar como un residuo orgánico de materia seca reciclable y compostable que podemos aprovechar; es decir, no son "basura". Éstos debiesen retirarse a un lugar donde se realice un adecuado manejo de él, para favorecer su descomposición natural y para asegurar el correcto reciclaje de nutrientes contenidos en él.
Como comentario final es evidente que necesitamos repensar como ciudadanos respecto a la presencia de plantas plásticas y árboles caídos en nuestras ciudades, situaciones que se relacionan con nuestras preferencias de consumo y con la sensibilidad que tenemos hacia los árboles presentes en los ambientes urbanos y que cada vez son más necesarios para mejorar nuestra calidad de vida.
Imagen de portada: The LEGO Group (2018).