Seda marina
La “seda marina” es un filamento más delgado que la seda, es extremadamente liviana, cálida y su exposición al sol hace que adquiera un bello color dorado por lo que también se le ha dado el nombre de “seda de oro”. Esta seda fue usada en la confección de algunas prendas de vestir como medias o guantes, que eran de un alto costo y muy suntuosas, exclusivas de las clases acomodadas.
Existen antecedentes desde finales del siglo II a.c. que hacen referencia a la seda marina; una de estas referencias la podemos encontrar en la Piedra Rossetta, encontrada en 1799 y traducida en 1822 por Jean-François Champollion. El texto señala cómo el faraón Ptolomeo V reduce los impuestos a la casta sacerdotal, y entre los tributos se señala uno que se pagaba en especie, en biso (seda marina).
La seda marina proviene de un molusco bivalvo marino endémico de las costas del Mediterráneo cuyo nombre científico es Pinna nobilis, en España se le conoce vulgarmente como “Nacras” o “Mejillón abanico”; pueden alcanzar un tamaño de casi un metro de altura, por lo que es considerado uno de los moluscos más grande de los que habitan en los mares europeos; se caracterizan por tener una concha en forma de abanico, con el borde posterior redondeado. Las valvas poseen alrededor de 20 costillas radiales con escamas, generalmente en individuos jóvenes. El color puede ser pardo siendo sus escamas más claras, el interior es rojizo brillante. Se adhieren al sustrato mediante el biso que es un penacho piloso del que se obtenía la llamada seda marina.
Las Nacras viven entre los 2 y 60 metros de profundidad, adheridas al sustrato arenoso o fangoso donde entierran hasta un tercio de su concha, se encuentran fuertemente asociadas a las paraderas de la fanerógama “pasto marino” (no alga) llamada Posidonia oceánica; estos bivalvos son de crecimiento rápido y pueden llegar a vivir entre 15 y 20 años.
Esta especie hoy se encuentra en peligro de extinción siendo sus principales amenazas, la destrucción de su hábitat (praderas de Posidonia oceánica) por contaminación del agua, incremento de la turbidez por regeneraciones de playas y obras litorales como espigones y puertos; pesca de arrastre ilegal en profundidades menores a 50 metros; anclaje de embarcaciones y extracción de individuos.
El 2017 se publicó un artículo en que se describe la nueva especie Haplosporidium pinnae, parásito que podría ser el responsable de la muerte de poblaciones completas de P. nobilis generando una verdadera catástrofe ambiental, según los expertos este parásito produce un bloqueo directo de las glándulas digestivas, lo que provoca la inanición del bivalvo, deja de reaccionar a estímulos y es incapaz de mantener cerradas las valvas y le causa la muerte. Hoy países como España y Francia han iniciado varias iniciativas tendientes a la conservación de esta especie.