Ser grande y ser pequeño para los mamíferos
El tamaño en los animales nos parece algo muy natural. Por lo general vivimos sin darnos cuenta lo que implica ser pequeño o grande. La evolución nos ha enseñado que el tamaño es una adaptación permanente al medio. A través del tiempo muchos grupos de animales cambian de tamaño dentro sus propios linajes. Un ejemplo son los miembros del Orden Xenarthra: el quirquincho peludo de la puna (Chaetophractus nationi) y el quirquinchopeludo patagónico (Chaetophractus villosus) que llegan a poco más de dos kilos en la primera especie y sobre cuatro kilos en la segunda. Ambos habitan en Chile. Otras especies de Orden son de mayor tamaño, tales como el armadillo gigante (Priodontes maximus) que vive en parte de Argentina y algunas partes de la selva sudamericana llega a unos 60 kilos de peso. Pero si viajamos en el tiempo hasta hace unos 10 mil años en el pasado muchas especies de este Orden era gigantescas. El gliptodonte (Glyptodon clavipes) podría haber llegado a una masa corporal de unos dos mil kilos y el megaterio (Megatherium americanum) nada menos que a un valor estimado de 6.100 kilos. Si comparamos las diferencias entre el quirquincho peludo de la puna y el extinto megaterio vemos existe una diferencia de unas 3.000 veces entre sus masas.
Esta tremenda plasticidad en los tamaños corporales es aún mucho más extrema en la actualidad. El mamífero más pequeño que existe es llamado murciélago moscardón (Craseonycteris thonglongyai) y tiene una masa de 1,6 gramos y el más grande es la ballena azul (Balaenoptera musculus) que llega 120.000 kilos. Obviamente esta tremenda diferencia se refleja en un amplio conjunto de transformaciones en la fisiología de los mamíferos. Sólo por dejar de manifiesto una podemos comparar la relación superficie versus volumen. Si lo analizamos, vemos que la superficie aumenta al cuadrado (2) y el volumen al cubo (3). Esto es muy interesante, ya que en mamíferos tan pequeños como el murciélago moscardón la relación superficie- volumen es muy estrecha, lo que se traduce en una pérdida muy rápida del calor lo que implica un metabolismo muy particular. Contrariamente el ser muy grande implica lo contrario. Al poseer un mayor volumen en relación a la superficie el problema central es liberar el exceso de calor. En las ballenas es un problema central, especialmente por la capa de grasa que actúa como aislante y reserva alimenticia. En este caso la solución es el medio acuático, que cumple una función refrigerante. Estos extremos en lo referido a la masa corporal revelan que evolución ha proporcionado soluciones adecuadas a cada modo de vida, permitiendo de esta forma el desarrollo de masas corporales con estilos de vidas peculiares. ¿Cómo se logra esto?, pues bien a través de la selección natural un pilar central en la teoría de la evolución biológica.
En la figura se presenta el esqueleto de la ballena sei del hall del Museo en relación a la masa de un murciélago chileno.
Para saber más recomiendo, entre una amplia variedad de textos, un par de excelentes libros en este tema.
- Bozinovic, F. 2003 (editor). Fisiología ecológica y evolutiva: teoría y casos de estudios en animales. Ediciones Universidad Católica de Chile. 531 p.
- McMahon, T. y J. T. Bonner. Tamaño y Vida. 1986. Prensa Científica. Editorial Labor. 255 p.