Sobre evidencia de especies para inventarios
Los análisis moleculares, las trampas cámara, de pelos, de huellas, etc, se han constituídos últimamente en elementos para probar la existencia de especies en algún área, región o país.
Por ejemplo, en el Congreso Internacional de Mastozoología (IMC 11), realizado en Belfast, Irlanda del Norte, entre el 11 al 16 agosto de 2013, análisis moleculares (mtDNA), presentados por Mariana Cosse y colaboradores, confirman que muestras procedentes de las Provincias de Salta y Jujuy pertenecen a Tremarctos ornatus, lo que significa la adición de una nueva familia, género y especie a la lista de mamíferos de Argentina.
Sin embargo, la evidencia probatoria clásica ha sido el depósito de piel y cráneo en alguna institución museal, con un número de registro asociado. Actualmente, en especial para especies en categorías de conservación, se ha venido levantando la opinión que con la tecnología actual, sumada a la trayectoria científica de quien presenta o publica esos datos, sería suficiente para documentar y certificar la presencia de una especie en un área. De hecho algunos Sistemas Nacionales de Datos Biológicos toman los registros fotográficos georreferenciados como evidencia de presencia.
Con el tiempo, las bajas densidades poblacionales y las políticas de protección, este tipo de evidencia proporcionada por la tecnología va a terminar por imponerse y ser tan válida como una piel o un cráneo.