Terreno botánico a la isla Robinson Crusoe: hepáticas endémicas y conservación
Luego de nuestro despegue desde el aeródromo de Tobalaba en la ciudad de Santiago y recorrer aprox. 670 km en dos horas y media, aterrizamos en la Isla Robinson Crusoe o ex Masatierra, en el sector llamado Punta de Isla. Desde ahí nos embarcamos hacia Bahía Cumberland, en un trayecto de 45 minutos, donde pudimos observar el lobo fino de Juan Fernández y fardelas, mientras el mar nos movía sinuosamente frente a acantilados rocosos. Respecto de la geografía de la isla, Claudio Gay decía en 1832: “la isla se presenta desde luego bajo el más horrible aspecto…sus altos y estériles arrecifes en continuo choque con un mar irritado…”. Una vez en tierra, las altas cumbres vegetadas y un área urbano-rural que ocupa el borde costero y parte del pie de monte se funden en un ecotono que deja ver eucaliptus y pinos añosos. Al respecto Claudio Gay comenta también: “El interior de la isla no es menos montañoso que sus costas…es un verdadero caos… una confusión espantosa de montañas escarpadas y de rocas perpendiculares… (1932)”, siendo el de mayor altitud el cerro El Yunque.
Ante este escenario y con el apoyo del personal de CONAF, nuestro itinerario de terreno fue acompañado durante 5 días de fuertes vientos y algo de lluvia. Con temperaturas promedio de 14° C y una humedad relativa del 46%, realizamos recolecciones florísticas, transectos lineales y parcelas de muestreo para caracterizar la flora de musgos, hepáticas y antocerotes, buscando detalladamente sobre cortezas, tallos de nalcas, frondas de helechos y suelo las pequeñas hepáticas foliosas de la familia Lejeunaceae, endémicas en muchos casos y que debieran aún estar presentes en sitios que conserven parte de la vegetación original de la isla. Además, durante el trabajo de terreno pudimos observar las diferentes formaciones de vegetación que caracterizan la isla, desde praderas de herbáceas introducidas con presencia de ganado bovino y conejos en el extremo sur, pasando quebradas más húmedas con elementos de flora nativa y endémicos como nalcas, hasta zonas más elevadas (700-800 msnm), donde vimos la chonta, el Juan Bueno y la luma de Juan Fernández, entre otras especies propias de la isla.
Luego de ocho días intensos de terreno, donde también logramos observar una pareja picaflores de Juan Fernández, retornamos con un retrato alentador respecto a la flora nativa y endémica de la isla Robinson Crusoe, al poder aún observarla, sobre todo en ambientes bien conservados y teniendo en perspectiva que las modificaciones de la vegetación original de la isla tiene sus comienzos hace aproximadamente 430 años antes del presente, al ser refugio temporal de piratas y navegantes, los que por necesidad alimenticia propagaron y sembraron plantas exóticas e introdujeron animales como eventual sustento cuando debían desembarcar por causas emergentes, desconociendo en aquel entonces, el valor único de la biota, que aún asombra a botánicos, científicos y a los residentes de la isla Robinson Crusoe.
Agradecemos a CONAF, en especial a Guillermo Araya, Danilo Arredondo y Karen Nuñez por su constante apoyo. A Don Victorio Bertullo (Biblioteca) y a todos con quienes pudimos compartir sobre las hepáticas de la isla.